miércoles, 29 de febrero de 2012

NUEVO PROGRAMA DE CINCO SIGLOS SOBRE "LAS NAVAS DE TOLOSA"

SONES DE INSTRUMENTOS
Monodías instrumentales en Tiempos de las Navas de Tolosa




1212-2012

BATALLA DE LAS NAVAS DE TOLOSA



SONES DE INSTRUMENTOS
Monodías instrumentales en tiempos de las Navas de Tolosa

En el verano de 1170 una boda de príncipes acapara la atención de la Cristiandad. Alfonso VIII de Castilla y Leonor de Aquitania tienen aún menos de quince años, pero descienden de los reyes más poderosos. Alfonso es hijo del legendario Batallador, y el padre de Leonor es Enrique II de Inglaterra. Desde Castilla envían a Burdeos una embajada de obispos y nobles para traer a la novia. Un cortejo de trovadores y juglares acompaña a la princesa hasta Tarazona, lugar del desposorio, y muchos de ellos permanecerán en la corte al amparo del rey más cortés y dadivoso que hubo jamás en ninguna de las tres religiones, como describe al recién casado monarca el trovador Raimón Vidal de Besalú. Otros músicos como Gavaudán o Guiraut de Calansón le dedicaron versos no menos elogiosos y, como antes hiciera el célebre Marcabrú, pusieron empeño en animar a los príncipes y reyes cristianos en el cumplimiento de su misión esencial en este mundo: poner freno al avance de las tropas musulmanas. Quiso el destino que al rey mecenas le cupiera el orgullo de protagonizar la victoria más espectacular en esa causa: la de las Navas de Tolosa, llamada en la época simplemente "La Batalla", el 16 de julio de 1212.
Como consecuencia de ese acontecimiento que ahora rememoramos, el poder musulmán en la península ibérica comenzó su declive definitivo y la Reconquista tomó un nuevo impulso. Ello no impidió que en los terrenos del arte y de la música el influjo de al Andalus siguiera siendo notable durante varios siglos más, como demuestran los elocuentes testimonios referidos a posteriores reinados, en especial el de Alfonso X el Sabio. Una parte sustancial de esa influencia se plasmó en la conformación del instrumentario musical cristiano, algunas de cuyas funciones evocamos en este programa.
Con las flautas, tambores, laúdes moriscos, cítolas vihuelas de arco y rabeles que testimonian manuscritos, arquivoltas, canecillos y capiteles recreamos las danzas y sones de aquellos lejanos tiempos de nuestra historia.

------------
CINCO SIGLOS

Miguel Hidalgo, laúd y guitarra moriscos
Antonio Torralba, flautas
Gabriel Arellano, viola y rabel
José Ignacio Fernández, cítola
Antonio Sáez, percusión

Glinka, Debussy y Bizet


[27 de febrero de 2012. Concierto del Día de Andalucía. Mijail Glinka, Una vida por el Zar (obertura). Claude Debussy/Henri Büsser, Petite suite.  George Bizet, Sinfonía en do mayor. Orquesta de Córdoba. Manuel Hernández Silva, dirección. Gran Teatro de Córdoba. 20:30 horas]

Agradable concierto el ofrecido por la Orquesta de Córdoba el pasado lunes en la primera de las dos fechas asignadas al programa para el Día de Andalucía. La formación y su director nos ofrecieron lecturas correctas de tres obras encantadoras que se escuchan con interés, aunque, todo hay que decirlo, no sean de las que levantan pasiones entre los aficionados al repertorio sinfónico.
            La velada comenzó con la obertura de Una vida por el Zar, una de las dos grandes óperas del padre de la música rusa, Mijail Glinka, también gran apasionado, por cierto, del folklore español. Aunque en menos grado que la de la otra ópera (Ruslán y Liudmila), esta obertura es ideal para comenzar un concierto por sus gradualmente crecientes brillantez y dinamismo. También por su eficaz orquestación, que hizo lucir más las fortalezas (una más que sólida sección de cuerda, por ejemplo) que las posibles debilidades de nuestra orquesta.
            El uso ingenioso de los efectivos orquestales es también uno de los principales encantos de la adaptación realizada por Henri Büsser de la Petite suite de Claude Debussy, escrita originalmente para dos pianos. La obra, que según su autor "busca sólo complacer", tiene más atractivos, centrados sobre todo en los dos últimos movimientos: un minueto melancólico lleno de sutilezas armónicas y un "Ballet" conclusivo, cuya ligereza danzante supo mostrar admirablemente la lectura de Hernández Silva.
            La segunda parte de la velada estuvo ocupada por una obra compuesta por George Bizet cuando apenas contaba diecisiete años de edad. El autor consideraba esta Sinfonía en do mayor un mero ejercicio escolar, pero cuando fue redescubierta en 1932 entre los fondos legados por Reynaldo Hahn al Conservatorio de París y presentada por Félix Weingartner, primero en Basilea y luego en París, se empezó a hacer popular. Jean Roy dijo de esta sinfonía de corte clásico que es "un milagro de juventud" y que "pese a que no encontramos en ella ninguna innovación suena como si no se hubieran escrito centenares anteriormente". Pudiera parecer exagerado, pero lo acertado del elogio se hace evidente en los mejores momentos de la obra, como el original adagio o la extraordinaria atmósfera de alegría de la sección final, frenada acaso en su eficacia por coincidir con uno de los momentos menos afortunados de la interpretación del lunes.
            Seguramente menos nacionalista que alguno de los músicos programados, el público congregado en el Gran Teatro no pareció preguntarse por la relación entre el programa y la fiesta celebrada. 
       
Antonio Torralba