Hablo de esta asignatura inútil (más inútil que otras por su peso horario, su dificultad metodológica, etc.) porque este año a mi compañera de departamento (de música) y a mí nos toca darla. Tras esa encomienda que la administración nos ha hecho, he estado recopilando información sobre el asunto y la polémica que ha suscitado. Lo más curioso es esa idea que parece tener una parte de la ciudadanía: que en un instituto público es posible un adoctrinamiento de cualquier tipo, siguiendo un ideario o algo así. Igual imaginan que, como acaso en algunos centros privados, los libros los elige el director del centro y que los profesores han sido seleccionados por profesar algún tipo de credo más o menos uniforme. Igual piensan que hay un seguimiento de los valores y contenidos que se transmiten en las clases... Para bien y para mal la libertad es total; y lo mismo puede caerle a tu hijo una profe de historia fanática de Lenin que uno de cultura clásica que dedica más tiempo a glosar los logros de la cultura judeocristiana que a enseñar los de la grecolatina.
Por lo que me cuentan, en los colegios concertados religiosos la asignación de la nueva asignatura se está haciendo con el mayor esmero, encomendándose al coordinador de pastoral, al profe de religión o al mismísimo director. En los públicos la asignatura se encomienda al departamento al que le falten horas. Y ese departamento es quien elige el libro. Los libros que he hojeado pueden clasificarse, en cuanto a las cuestiones en que parece asentarse la polémica que ha trascendido a los medios (sexualidad, modelo de familia, aborto...), en tres grupos: los que defienden valores afines a las leyes actuales de España, los que evitan tratar esas cuestiones y los que se inclinan por las opiniones que defiende la Iglesia Católica. Pero en general (en el grueso de los contenidos) todos defienden los contenidos transversales que recoge la administración educativa desde hace años y que son asumibles por todos: el respeto, la democracia, etc. De verdad que pienso que lo que molesta a muchos sectores de la iglesia católica española (¿dónde está la voz de los otros sectores?) es perder el monopolio de la ética.
2 comentarios:
Interesante nota, Antonio. La verdad es que el asunto es más peliagudo de lo que parece. Tú mismo señalas el disparate campante en la asignación de la enseñanza de la asignatura en cuestión: como nos descuidemos, se la endosan al primero que pase junto al centro educativo en la hora correspondiente. Me parece también surrealista que el pelaje de los libros varíe tanto de unas editoriales a otras, lo que va a permitir aún más manga ancha al profesor para impartir lo que le venga en gana. La verdad es que la antigua división Religión-Ética, con todos sus defectos -que los tenía- cumplía mejor las expectativas de cada cual, aunque es cierto que cada docente hacía de su capa un sayo y luego resultaba lo que resultaba... Aún recuerdo mis clases de Ética, que oscilaron entre el tocamiento masivo de narices con un profe "manta" y la filosofía de Kant y compañía en un curso brutal e intensivo impartido por un loco de la filosofía pura.
Y qué decir de lo que afirmas acerca del intento de acaparación de la ética por parte de los sectores eclesiásticos... Tienes toda la razón. Siguen sin resignarse a la desaparición de los ejercicios espirituales para fabricar hombres de bien... Un abrazo.
Este es un debate de sociedades decadentes: Martínez Camino (el portavoz de la conferencia episcopal), hablando del pernicioso relativismo, es como una versión supercutre de otro personaje decadente: el monje Jorge de "El nombre de la rosa". -Hay otros libros que hablan de la comedia (del teatro del mundo), Venerable Jorge, ¿qué veis de especialmente malo en éstos?
Publicar un comentario