[20 de octubre
de 2011. Concierto de inauguración de la Temporada de Abono. Ludwig van
Beethoven, Sinfonía n. 1 en do mayor, op.
21. Antonin Dvorak, Sinfonía n. 8 en
sol mayor, op. 88. Orquesta de Córdoba. Manuel Hernández Silva, dirección. Gran
Teatro. 20:30 horas]
En estos tiempos
de recortes culturales, cuando tantas orquestas de España pudieran empezar a
ser la del Titanic, cada concierto parece valorarse con especial empatía, cada
programa musical, por tradicional que sea o repetido que parezca, se tiñe de
emociones tan nuevas e intensas como si hubiera sido creado ayer.
La Orquesta de Córdoba y su director volcaron el jueves sus talentos en
dos obras magníficas del principio y del final del sinfónico siglo XIX: la Primera (1800) de Beethoven y la Octava (1890) de Dvorak. Ambas sinfonías
tienen en común la solidez formal, el encanto de sus cautivadores terceros
movimientos y el protagonismo otorgado a la sección de viento.
Los tres aspectos fueron puestos de manifiesto con gran eficacia por la
formación cordobesa. El entusiasta y musical Hernández Silva estuvo muy
acertado en la elección de los tempi
y en el manejo de todos los parámetros que resaltan la belleza clásica y
romántica de estas dos obras intemporales. El Minuetto allegro molto vivace
(en realidad, un germen ya de los scherzi
beethovenianos) fue transmitido con un espíritu acorde a la vehemencia que la
música trasmite desde su arranque. Y la misma eficacia pudo sentirse en el
tiempo análogo de la obra de Dvorak: ese allegretto
grazioso, cuya primera melodía es un inolvidable vals melancólico. Las
difíciles partes de maderas y metales fueron resueltas a bastante buen nivel y
la orquesta mostró a las claras su enorme calidad y su capacidad para seguir ofreciéndonos
por mucho tiempo arte y cultura.
Los clásicos lo son porque siguen comunicando y ganando batallas mucho
después de muertos. Sólo hacen falta receptores a la altura y, en el caso de la
música, intérpretes que hagan lo que hicieron el jueves director y orquesta:
tocar con pasión y entrega.
Antonio
Torralba
[Publicado hoy en El Día de Córdoba]
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