martes, 10 de febrero de 2009

Guillermo Cabrera Infante




OBRAS MAESTRAS DESCONOCIDAS


EL CONCERTO PARA EL PIE IZQUIERDO DE RAVELLI

(Morritz Ravelli's left foot piano concerto)


Fue en el verano de 1907 o en el invierno de 1908, de todas maneras poco antes del asesinato de Sarajebo[i],que el fallecido pero famoso compositor albano Morritz Ravelli encontró al legendario pianista manco Milo della Rabbia-Lupus en Mariemma, reponiéndose de unas fiebres palúdicas según las prescripciones de la medicina homeopática ("Similia similibus curantur!"), tratamiento ordena­do por el doctor Schweitzer-Lagerbeer, médico y amigo y, como se sabe, apasionado de la música para piano-forte, instrumento para el que compuso su famosa sonata La Passionaria, dedicada a Alma Mahler-Gropius-Werfel cuando ésta era todavía amante del ya senil pero potente intérprete de sus propias melodías magiares para dos pianos, Franz Lusky,   el   injustamente   olvidado   compositor   de Gitane (en húngaro Tzigany) y el poema sinfónico Caporal (Der Klein Kaporal) dedicado a la memoria de Hitler antes de hacerse coronar Führer y que llevaba   entonces   la   hoy   notoria   pero   borrada inscripción italianizante Per festeggiare il souvenire d'un piccolo pittore. Paseando los dos músicos y amigos por las orillas del pantano toscano junto al mar Tirreno y al sur del río Cecina, región fértil y muy poblada en tiempos etruscos y drenada por canales subterráneos   invisibles   a   simple   vista,   que   fue abandonada   totalmente   durante   la   Edad   Media debido  a  la malaria  y a la conocida ignorancia medieval, mezcla de superstición y desconocimiento de la biología de la bacteria, hasta que, a comienzos del siglo romántico, fue reclamada con éxito por la ciencia hidráulica y grandes áreas de las marismas palúdicas han sido convertidas hoy día en terrenos baldíos (cf. T. S. Eliot, The Waste Land). No así en tiempos de nuestros héroes musicales, ya que, según recuerda Anaïs Nin (como se sabe, hija y hermana de los también compositores Nin y Nin-Culmell, respectivamente) en sus Memorias técnicas, Della Rabbia-Lupus confió a Ravelli, a la sazón fatigado del paseo de más de diez kilómetros que habían tomado esa tarde como constitucional (Della Rabbia-Lupus fue siempre,   hasta   el   fin   de   sus   extremidades,   un apasionado de la cultura física tanto como de la espiritual), sobre el playazo ("sulla palude"),  su nece­sidad de regresar al piano y sentarse en la banqueta. "Tengo necesidad —dijo Della Rabbia-Lupus, con su dejo levemente rumano— de regresar al piano y sentarme en la banqueta!" "Lo comprendo —dijo Ravelli—, la música es un alimento espiritual." "Sí, es cierto —confió Della Rabbia-Lupus—, pero es que también estoy algo cansado. No sé por qué." "Lo comprendo —dijo comprensivo Ravelli—, la música es un alimento espiritual." Della Rabbia-Lupus miró a Ravelli y le dijo, súbito: "Es curioso", y se detuvo. "¿Qué es?", preguntó Ravelli, curioso. "Esta sensación recurrente de dejà vu que padezco. Me pareció haber oído esas mismas palabras que usted ha dicho anteriormente." "Se trata entonces —dijo con sonrisa pedante Ravelli— de una sensación de dejá-entendu." "Tiene usted razón, querido amigo", dijo Della Rabbia-Lupus, concediendo un punto, generoso como siempre. "Por otra parte —prosiguió Ravelli—, no me extraña que usted haya oído mis palabras antes: además de sinfonista sonado soy conversador citado. Tanto como Stravinski." ¿Stravinski?, se preguntó Della Rabbia-Lupus, que se preciaba de tener tono perfecto, y ya en alta voz: "¿Stravinski? ¿Quién es Stravinski?" "Ah, mi amigo, ha sido usted ¡cogido! Stravinski es un com­positor ruso que se hará notar dentro de muy poco tiempo. En 1913, para ser exactos, cuando componga su Sacré du printemps. ¿Qué le parece eso como tema para una sensación de dejá-joué, también conocido como future composé?" "¡Fantástico!", exclamó Della Rabbia-Lupus. "Si no me lo dijera usted, cher ami, no lo creería, aunque lo oyera con mis propios oídos. ¿Le Sacré du printemps, dice usted?" "Sí." "¿Amontillado, dice usted? ¡Por el amor de Dios, Montresors! ¿Se da cuenta de lo que está usted diciendo?" "Claro que sí, aunque mi nombre no es Montresors, sino Ravelli." "Tiene usted razón. Perdóneme, acabo de sufrir uno de mis frecuentes ataques de dejá-écrit. Como ve, soy un hombre muy enfermo." "Ya lo veo. ¿Por qué no regresa usted a la sala de conciertos y se sienta al piano? Tiene usted todavía entre sus seguidores no pocos fanáticos y algunos escépticos, por no hablar de los gnósticos, secta que como se sabe..." "Me ha convencido usted, caro amico", dijo Della Rabbia-Lupus, interrumpien­do a Morritz Ravelli en francés. "Volvamos." "Volvamos, sí, ¡volvamos!"

Fue ya de regreso, recorriendo hacia atrás —proeza gimnástica de la que Della Rabbia-Lupus solía hacer exhibición cuando estaba entre amigos— el mismo camino, que Morritz Ravelli recibió la petición de su colega de que le compusiera un concierto para piano y orquesta con la mano (sic.)  derecha, ya que Della Rabbia-Lupus había perdido la mano izquierda a resultas de una discusión en una tertulia madrileña, en la que había sustituido esa tarde como hombre porfiado al dramaturgo Valle-Inclán, quien, cosa curiosa, perdería la mano izquierda también a resultas de otra discusión de tertulia de café más tarde. ¿O tal vez fuera esa misma tarde?[ii]

Ravelli cumplió, como otras veces, su comisión con tal de cobrar su comisión, ambigüedad paronomástica a la que era adicto. Desgraciadamente, Della Rabbia-Lupus se negó a tocar el concierto una vez copiadas las partes, no porque objetara su dificultad, como se ha rumorado insistentemente, sino porque había  perdido  en  El  Interim[iii] su  mano  derecha. Ravelli, ni corto ni perezoso —más bien largo y diligente, como era en la vida real— re-orquestó el concerto (no sin antes habérselo ofrecido en venta, su­cesivamente, a Valle-Inclán, que no amaba la música: más bien la odiaba, y a Vincent van Gogh, que tenía peor oído que oreja) cambiando las partes de piano de la mano derecha al pie izquierdo y viceversa. Volvió, pues, a Della Rabbia-Lupus, población no lejana al castillo del músico venezolano que lleva su nombre, Reynaldo Hahn Castillo, donde vivía Della Rabbia-Lupus a la sazón.

Pero volvió tarde. Della Rabbia-Lupus, amigo de más de una reyerta, había perdido primero una pierna en una taberna y después la otra en otra. Acosado por semejantes infortunios Bonanovas y no pocos acree­dores, decidió terminar sus días acompañado por Toulouse-Lautrec, un enano de aldea de la aldea vecina que recibió este apodo por su asombrosa facili­dad para imitar a Toulouse-Lautrec, por lo que su nombre debe ponerse entre comillas siempre para evitar falsificaciones.

Los días finales de Della Rabbia-Lupus están sumi­dos en la oscuridad, ya que dormía de día y salía de noche, a beber ajenjo, con su amigo "Toulouse-Lautrec", hasta que esta siniestra bebida alcohólica de color verde opalino fue prohibida por ley especial del parlamento rumano en 1937. Muchos de los que lo conocieron entonces dicen que Della Rabbia-Lupus había perdido algo de su fabulosa destreza sobre las teclas con la pérdida de sus manos y brazos y pies y piernas en sucesivas riñas de café, pero que nunca se dejó ganar por la envidia del piano, ya que hacia el final de su vida solía rodar, alegre, sobre las teclas negras,  arrancando  al noble instrumento" de percusión por cuerdas los más exquisitos glissandi. En cuanto al Concerto para el pie izquierdo en sí, hay que decir, no sin pena ni gloria, que Morritz Ravelli, en la avidez fiduciaria a que son tan adictos los hombres de su raza, lo devolvió a su forma primitiva de simple concierto para la mano derecha. Luego, y ante sucesivos clientes, devino vulgar concierto para la mano izquierda y aun vulgarísimo concierto para las dos manos, cambiándole el hebreo Ravelli su título cada vez a conveniencia y habilidad del cliente, y hoy día no hay manera de distinguir este concierto para piano y orquesta de Ravelli de otras piezas musicales, a menos que se diga el título y el nombre del compositor. Así, el opus que fue creación única de Milo della Rabbia-Lupus ha pasado a formar parte del repertorio de las orquestas de concierto y de tantos ejecutantes adocenados que tocan el piano a dos manos.

 

La próxima semana:

LA MÚSICA DEL AGUA DE SELTZER (Gregorio Seltzer's water music)



[i] Como se recordará, el asesinato del Grard Prix Sarajebo o Sarah-Jebó, Arquitrabe de Colonia, a orillas del lago Mareotis, desencadenó la Guerra de los Boxers.
[ii] Datos tomados de Piano y forte: Historia de la música para pianoforte en el siglo XVII, por Adolfo Sol Azar, en diez tomos, tomos II v V.Ediciones La Tertulia, La Habana, 1939.
[iii] Sangrienta refriega cerca del café El Interim, no lejos de La Gazza Ladra, trattoria en A' Rabbia Pseudita, de donde es oriunda la familia del pianista.

Guillermo Cabrera Infante

Texto tomado de la "Antología" incluida en el libro Cabrera Infante de Rosa Mª Pereda (Madrid: EDAF, 1978. pp. 201-206)

1 comentario:

Anónimo dijo...

História preciosa de la Música.
A mí me ha parecido "UNA DE PIRATAS"
Mª Luisa.