Buen concierto el programado por nuestra orquesta con motivo de la Navidad. Como en las cenas que se organizan por estas fechas, la propuesta apostaba, más que por los experimentos (éstos podrán disfrutarse, por cierto, en el Concierto de Año Nuevo), por los valores seguros que aúnan calidad y tradición: dos platos contundentes (las sinfonías de la primera parte) y un surtido de postres de postín (el tríptico con violín) ofrecidos por un solista que garantiza el virtuosismo.
Las sinfonías de Haydn y Mozart que pudimos saborear en la primera parte tienen en común su poco habitual número de movimientos: uno más, cinco, la de los célebres “adioses”; y uno menos, tres, la teatral sinfonía que Mozart ofreció a Praga. Me gustó especialmente la interpretación que hizo Hernández Silva de esta obra bellísima, en la que el oyente es invitado a soñar las óperas insinuadas (La flauta mágica) o directamente citadas (Las bodas de Fígaro) por el genio del Clasicismo. Hay que decir que en esta obra maestra, como también en la muy peculiar de Haydn (única en su tonalidad de entre las quince mil escritas en el siglo XVIII), la Orquesta de Córdoba brilló más en los tempi rápidos que en los teñidos de melancolía.
La repostería de exhibición de la segunda parte aportó aire de celebración elegante a la noche. Un magnífico Alexis Cárdenas sorprendió no sólo con su virtuosismo asombroso (estuvo magistral en las dificultades que encierran las piezas de Saint-Saëns y Ravel y en sus dos bises en forma de improvisación), sino también con un sonido bellísimo y un fraseo lleno de poesía.
Si alguien quedó algo decepcionado porque la programación de la velada no hubiera burlado un poquillo más la monotonía navideña, tranquilo. Ahí está, en tan sólo unos días, el Concierto de Año Nuevo.
Antonio Torralba
1 comentario:
EL VIOLÍN QUE MENCIONA, LO TOCA UNA AMIGA MÍA, SE LLAMA ELENA, ESPOSA DEL CUBANO OLIVA.
Mª LUISA
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