sábado, 6 de noviembre de 2010

Cotidiana calidad

[4 de noviembre de 2010.  W. A. Mozart, Sinfonía n. 25 en sol menor, K. 183. C. Saint-Saëns, Concierto para violín y orquesta n. 3 en si menor op. 61. R. Schumann, Sinfonía n. 4 en re menor, op. 120. Amaury Coeyteaux, violín. Orquesta de Córdoba; Günter Neuhold, director musical. Gran Teatro de Córdoba. 20:30 horas. Lleno]

Produce enorme satisfacción comprobar, tras los primeros conciertos de inicio de la temporada de abono, la buena calidad alcanzada por nuestra orquesta; y no ya como un acierto en éste o aquél concierto, sino como una constante de su quehacer diario. La velada del jueves, aunque con un inicio acaso vacilante, fue clara muestra de ese nivel alcanzado por la formación cordobesa, que supo estar a la altura de las exigencias musicales del soberbio solista Amaury Coeyteaux, en la obra de Sain-Saëns,  así como materializar con solvencia la vibrante lectura propuesta por el austriaco Günter Neuhold de la sinfonía de Schumann.
            El concierto arrancó con la “pequeña” de las dos aportaciones mozartianas en sol menor al género sinfónico. Aunque ejecutada con elegancia, nos pareció que la interpretación de esta obra ambigua y maravillosa quizás no estuvo a la altura del resto del concierto.  Especialmente, en el último movimiento.
            A partir de aquí, sin embargo, todo fue sobre ruedas. El joven solista francés bordó el tercero de los conciertos dedicados por Sain-Saëns al violín, haciendo gala en todo momento de un sonido potente y de una facilidad asombrosa. La obra, estrenada por Pablo Sarasate en 1880, combina la brillantez virtuosa propia del género con un lirismo muy dulce que desborda en la apasionada cantilena sobre ritmo de barcarola del segundo tiempo. Coeyteaux la hizo sonar con una pureza de emisión cautivadora.
            La segunda parte estuvo dedicada a la cuarta sinfonía de Schumann, sabiamente conducida por la sólida batuta del director invitado. Neuhold supo dosificar con arte la fogosidad romántica de esta obra memorable hasta el estallido heroico de la original conclusión del Finale. Chapeau.

       Antonio Torralba

[Publicado hoy en El Día de Córdoba]

2 comentarios:

Euterpe dijo...

Ah, me encanta la cuarta de Schumann. Creo que de sus sinfonías es la que más me gusta; o igual la que más conozco enteramente. Y de Schubert la octava y la Grande. Aunque no tenga nada que ver... Me he dejado llevar por el Schu...
Espero que vayan bien las clases y los cinco siglos; es que hace tiempo que no me doy un paseíto por aquí...

Luisa dijo...

¡A Dios Gracias... pues!