martes, 27 de octubre de 2009

Microrrelatos y microcríticas

Propuse el célebre (y estomagante por repetido) microrrelato de Monterroso:

"Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí"

Coméntalo muy brevemente. Escribió:

"Me resulta largo"

Me hizo gracia e insistí. ¿Y el de Luis Felipe Lomelí que se llama El emigrante? Dice así:

"¿Olvida usted algo? -¡Ojalá!"

Escribió:

"¡Ah!"

sábado, 24 de octubre de 2009

Apronenia Avitia



Las tablillas de boj de Apronenia Avitia. Quien quiera compensar la visión grisácea de la película Ágora que comentábamos hace unos días, hará bien en tomar en sus manos este libro de 1984 (la traducción de Encarna Castejón para Espasa Calpe es de 2003). La lectura de las 32 páginas de la introducción es una experiencia apasionante. La de la transcripción de las extrañas notas de esta patricia que vivió, como quizás Hipatia, en el siglo IV es, además, inolvidable. Las anotaciones de Apronenia en sus tablillas de boj son extrañas por su moderna brevedad. Por su variedad también: cuentas, listas de cosas que ha de recordar, retazos de diario, memoria de placeres, olores, sabores, emociones... Cada una sin excepción (hasta las más aparentemente anodinas) es un ventanal (casi siempre más bien un ventanuco) al pasado.
Copiaría el libro entero en vez de sólo estos botones.

XXVII. Olores odiosos

Cuento seis olores odiosos. El olor que exhalan los juncos de una ciénaga desecada.
Un niño de pecho que ha vomitado la leche de la madre sobre su túnica.
La guarida de la víbora.

XXX. Palabras de borracho de Esp. Posidio Barca

Espurio se emborrachó y recordó balbuceando a Gabba, a la que amó hace cuarenta inviernos. Gabba lleva treinta inviernos muerta. Fue antes de que yo conociera a Aconia Fabia Paulina, el año en que Vetio Agorio Pretextato fue prefecto de la Ciudad, durante el consulado de Flavio Afranio Siagrio. Un hombre que alaba a una mujer que conoció hace mucho y que está muerta es muy desagradable. Despierta celos de un cuerpo que la tierra se ha tragado, de un pensamiento devorado por la nada. Una se siente estúpida e injusta.

CL. Calpetano afina su lira y canta

Las criadas colocan las sillas de tijera en torno al brasero. La oscuridad se apodera del cielo. Se han preparado infusiones con miel, y también huele a vino con especias. Calpetano entra con nosotros, afina la lira y entona el canto de los salianos y el canto de los hermanos arvales. Guardamos silencio y estudiamos la forma de los dedos de nuestros pies.

CLV. Signos de la vejez

Spatale ha dejado de depilarse el pubis

CLVI. Orificios del cuerpo

Tengo la impresión de que los nueve orificios de mi cuerpo están inútilmente abiertos. Sin duda empiezan a darse cuenta de que dan al vacío. Mis nueve orificios empiezan a hablar con el silencio de la muerte.

CLVIII. Cosas que distraen del aburrimiento

Entre las cosas que distraen en los momentos de aburrimiento, mencionaré el vino.
Oír hablar mal de los amigos o parientes.
El juego de las doce líneas.
Lavarse.
Contemplar el propio reflejo en el mármol negro de Bitinia.
Pensar en los regalos para el cuestor.
Desenrrollar un libro.
Coger la lira.
Bajar a las cocinas y comer.

CLXXX. Recuerdo de Espurio Posidio Barca

El banquete en casa de Marcela en el que Espurio, completamente embriagado, gritó tartamudeando:
-No somos animales.
Lloramos de risa

Como acaso Hipatia, Apronenia Avitia tampoco existió. Ni sus epístolas ni sus buxi están en la edición parisina de 1604 del compendio de François Juret como, a la manera de Borges, pretende hacernos creer el autor. Las tablillas es una novela, como Ágora es una película. Ficciones. Pero con un texto lleno de silencios, una mujer de carne y hueso se levanta ante nuestra imaginación a cada página. Es la diferencia.




domingo, 18 de octubre de 2009

Cani Barroco

Lo mandó primero Gabry y ahora Fran


martes, 13 de octubre de 2009

Ágora

Ayer fui al cine para ver la nueva película de Amenábar. Lo que más me gustó fue el principio: ¡el trailer de Spanish Movie!. O, quizás, más al principio aún: dos mujeres en la cola: -Coge entradas de por en medio y no se te olvide el título; acuérdate de los gatos de angora.

Luego ya casi todo me impedía entrar de lleno en la historia, casi todo me hacía ponerme en guardia; con el consiguiente fastidio. Y no me refiero sólo a la habitual dosis de sensación de irrealidad que casi siempre me produce el cine (no sólo el cine) histórico, sino a una intoxicación masiva de maniqueísmo, fidelidad excesiva al género, mala dirección de actores, ausencia de humor… Se me dirá que hay clásicos de romanos con cristianos buenos que adolecen de algunos de esos mismos defectos sin que ello les impida ser considerados obras maestras del cine. Se dice, es cierto, pero a mí no me lo parecen. Ni siquiera viéndolas como combinados de homilía y leyenda.

Volviendo a Ágora, no querría pasar por alto que hay también detalles buenos cimentados en la producción y en algunas ideas bonitas visualmente. Insertos, eso sí, en una pasta pesadísima.

Pero el verdadero coñazo (como con Mear adentro) está por venir; porque Amenábar, Amenábar,/ morro de la morrería, no será juzgado como cineasta: su película abrirá un debate interminable y aburrido. Cristianos y paganos empezarán (seguro que ya lo han hecho), leyenda propia en mano, a pelearse por ver quién de sus correligionarios fue más mártir (mártir yo, ¿mártir tú?, mártir yo, ¿mártir tú?), y más defensor de la mujer y más… más anacrónico, en suma. Con su pan (bendito o no) se lo coman.

Let it be/ I'm yours

Hace un par de lunes puse aquí la canción I'm yours de Jason Mraz. Mi amigo Miguel me dijo: "es mona, pero fíjate que es sólo la secuencia de acordes de Let it be a ritmo de reggae". Interiormente tarareé: When I find myself in times of trouble Mother Mary comes to me... y luego: Well, you done done me and you bet I felt it... No es fácil darse cuenta porque la melodía es distinta y porque cada acorde son sólo dos o tres palabras en la canción de The Beatles y lo menos diez en la del americano. Pero es verdad: I, V, vi, IV, V, I (and again and again and again).

Luego Gabry nos mandó este vídeo. Por si quedaban dudas.


lunes, 12 de octubre de 2009

Canción de otoño

Quizás se pueda traducir todo... menos lo que quiere ser música.

Chanson d'automne (Paul Verlaine)

Les sanglots longs
Des violons
De l'automne
Blessent mon coeur
D'une langueur
Monotone.

Tout suffocant
Et blême, quand
Sonne l'heure,
Je me souviens
Des jours anciens
Et je pleure

Et je m'en vais
Au vent mauvais
Qui m'emporte
Deçà, delà,
Pareil à la
Feuille morte.

[Para María]

viernes, 2 de octubre de 2009

Cosas de clase: Vivaldi y su acordeón

Tormenta de verano






Lo manda el amigo Antonio Sáez

La música y la universidad

[30 de septiembre de 2009. Concierto Inauguración Curso Universitario. E. Satie/C. Debussy, Gymnopédies. M. Ravel, Concierto para piano y orquesta en sol mayor. P. I. Chaikovski, Sinfonía n. 4 en fa menor op. 36. Alberto Nosè, piano. Orquesta de Córdoba. Irina R. Trujillo, dirección. Gran Teatro de Córdoba. 21:00 horas. Lleno.]

El que la presencia de la música en la Universidad de Córdoba sea poco menos que anecdótica no impide (antes, quizás, explica) que la institución organice cada año un concierto orquestal como quien coloca un bonito mueble de anticuario a la entrada del curso académico.

Fue precisamente el creador del concepto "música de mobiliario", Erik Satie (1866-1925), el primero de los autores programados. La velada se abrió con las dos gymnopédies (de las tres originales para piano) que orquestara Claude Debussy (1862-1918) en 1896 para ayudar a popularizar la obra de su amigo.

También el plato fuerte de esta primera parte impresionista salió de la pluma de un prestigioso amigo del singular Satie: Maurice Ravel (1875-1937). Su impactante y difícil Concierto para piano y orquesta en sol mayor, compuesto entre 1929 y 1931, a la vez que el célebre para la mano izquierda, sonó muy bien en las dos del joven pianista Alberto Nosè, magníficamente acompañado por la Orquesta de Córdoba que dirigía Irina R. Trujillo en el milésimo concierto (¡Felicidades!) de la formación. El solista italiano agradeció los aplausos con una sentida interpretación de Ständchen de Schubert.

La segunda parte fue dedicada a la Sinfonía Cuarta de Chaikovsky (1840-1893). Irina Rodríguez, que ya nos ofreció una brillante lectura de la Primera en el concierto análogo del curso pasado, supo imprimir coherencia y personalidad a cada uno de los cuatro movimientos de esta obra maestra y encantadora, sobre cuyo emocionante "programa" el autor dejó escritas interesantes observaciones. Ellas, y otras sobre las demás obras, deberían haber sido plasmadas en un programa de mano que, sin embargo, ni siquiera incluyó la enumeración de los movimientos de las piezas. Ambos “detalles” habrían redundado en el disfrute y la formación de un público que, a juzgar por las melodías programadas en los teléfonos móviles que sonaron varias veces, no parecía a priori aficionado al repertorio sinfónico.

Antonio Torralba

[Publicado hoy en EL DÍA DE CÓRDOBA]