sábado, 28 de junio de 2008

In Darkness

Vuelve por aquí Dowland. De la mano de Gérard Lesné y el Ensenmble Orlando Gibbons.

In darkness let me dwell

In darkness let me dwell; the ground shall sorrow be,
The roof despair, to bar all cheerful light from me;
The walls of marble black, that moist'ned still shall weep;
My music, hellish jarring sounds,to banish friendly sleep.
Thus, wedded to my woes, and beddedto my tomb,
O let me living, living die till death doth come, till death do come.


jueves, 26 de junio de 2008

Sol da te

Ya trajimos este aria hace unos meses. Pero, ¿quién se resiste a volver a ella?

miércoles, 25 de junio de 2008

Juglaresa

Otra entrega de nuestra antología de literatura española con música: el Libro de Apolonio. Hay otros fragmentos muy bonitos que incluso aluden a la técnica de toque de la dueña, pero éste me gusta especialmente. Esencia de juglaría.


426 Luego el otro día, de buena madurguada,
levantose la dueña ricamiente adobada;
priso una viola buena y bien temprada,
e sallió al mercado violar por soldada.


427 Comenzó unos viesos y unos sones tales,
que trayén grant dulzor y eran naturales;
finchiénse de homes apriesa los portales,
non les cabié en las plazas, subiense a los poyales.


428 Cuando con su viola hobo bien solazado,
a sabor de los pueblos hobo asaz cantado,
tornoles a rezar un romance bien rimado,
de la su razón misma, por ò había pasado.

martes, 24 de junio de 2008

Tu recuerdo

Sé que esta canción ha sonado hasta la saciedad por todos lados, pero yo debo a mi amigo Miguel el haberme fijado en ella; y a él y a otro amigo del alma (Gabry) el reparar en el cuatro puertorriqueño y en lo bien tocado que está... Y a una comentarista del sitio de youtube que enlazo el darme cuenta de lo mal ecualizado (sólo medios) que está el micro de Ricky (santo, pero no de mi devoción)... La letra quizás sólo sea eficaz y disparatada (como de una ópera), pero la música tiene algo que me llega enormemente.

lunes, 23 de junio de 2008

El plauso de la media voz

Alto al romance otra vez,
Volvamos a las burlas,
Que después de la tiorba
También suena la bandurria


Sirvan las palabras de Antonio de Solís (1610-1686) como prólogo a esta nueva entrega de nuestra informal antología de literatura española con musiquilla dentro. Y no sólo porque se nombren los dos instrumentos de cuerda pulsada que, junto al protagonista de la cita, animaron nuestro siglo XVII: junto a la versátil guitarra, también la noble tiorba y la bandurria vil. No sólo por ello, decía, vienen a cuento los precitados versos, sino porque reflejan, como la música que duerme dentro del fragmento de Vicente Espinel (Vida del escudero Marcos de Obregón) que nos ocupa, la sugerente alternancia –y aun confusión- de elementos populares y cultos que traba la salsa de los Siglos de Oro.

La corriente más original de nuestras artes (la de las jarchas, el Arcipreste de Hita, las Cantigas, la picaresca, Encina, Quevedo, Cervantes, Cela, Larra, Velázquez, el género chico…), imitando la vida, nunca ha tenido interés en separar las burlas de las veras, lo serio de lo grotesco: sabiduría antigua del descreimiento, práctica general de la relatividad… Y, por ello, la música que (figuradamente) oirás más abajo y el tono prosopoético en que está descrita parecen poner una vela al dios de las formas clásicas y otra al diablo que anda cojeando por los callejones de las barberías y las tabernas, donde tañían, “empapados en pasacalles”, como diría Quevedo, los tatarabuelos de los músicos de España.

¡Me parece tan hermosa esa forma de saltar de la sarna perruna al alma!


Venía casi todas las noches a visitarme un mocito barbero, conocido mio, que tenía bonita voz y garganta: traía consigo una guitarra con que sentado al umbral de la puerta, cantaba algunas tonadillas, a que yo llevaba un mal contrabajo; pero bien concertada (que no hay dos voces que si entonan y cantan verdad, no parezcan bien), de manera, que con el concierto y la voz del mozo, que era razonable, juntábamos la vecindad a oír nuestra armonía. El mozuelo tañía siempre la guitarra, no tanto para mostrar que lo sabía, como por rascarse con el movimiento las muñecas de las manos, que tenía llenas de una sarna perruna. Mi ama se ponía siempre a escuchar la música en el corredorcillo, y el Doctor, como venía cansado de hacer sus visitas (aunque tenía pocas), no reparaba en la música, ni en el cuidado con que su mujer se ponía a oírla. Como el mozuelo era continuo todas las noches en venir a cantar, si alguna faltaba, mi ama lo echaba de menos, y preguntaba por él, con alguna demostración de gustar de su voz. Vino a parecerle tan bien el cantar, que cuando el mozuelo subía un punto de voz, ella bajaba otro de gravedad, hasta llegar a los umbrales de la puerta para oírle más cerca las consonancias; que la música instrumental de sala, tanto más tiene de dulzura y suavidad, cuanto menos de vocería y ruido, que como el juez que es el oído, está muy cerca, percibe mejor y mas atentamente las especies que envía al alma, formadas con el plauso de la media voz. El mozuelo dejó de venir cinco o seis noches, por no sé qué remedio que tomaba para curarse, y en las cosas que son muy ordinarias, en faltando, hacen mucha falta: y así mi ama cada noche preguntaba por él. Yo le respondí, más por cortesía que por falta que le hiciese: Señora, este mozuelo es oficial de un barbero, y como sirve no puede siempre estar desocupado: fuera de que ahora se está curando un poquillo de sarna que tiene. ¿Qué hacéis, dijo ella, de aniquilarle y disminuirle, mozuelo barbero? sarna, pues a fe que no falta quien con todas esas que vos le poneis, le quiera bien. Bien puede ser, dije yo, que el pobrecillo es humilde y fácil para lo que le quieren mandar; y cierto que muchas veces le guardo yo de mi ración un bocadillo que cene, porque no todas veces ha cenado. En verdad, dijo ella, que a tan buena obra os ayude yo: y de allí adelante siempre le tenía guardado un regalillo todas las noches que venía: una de las cuales entró quejándose, porque de una ventana le habían arrojado no sé qué desapacible a las narices: a las quejas suyas salió mi ama al corredor; y bajó al patio, estándose limpiando el mozuelo, y, con grande piedad le ayudó a limpiar, y sahumó con una pastilla, echando mil maldiciones a quien tal le había parado.


Vicente Espinel, Relaciones de la vida del escudero Marcos de Obregón, Madrid: Juan de la Cuesta, 1618.

jueves, 19 de junio de 2008

Luis Vida

Mi amigo Luis Vida (causa sospecha cuando hablamos de las obras de amigos, pero es que el arte como el humor tiene mucho de contextual, de entrar en ambiente, etc.) expone estos días doce fotos que hizo durante un concierto al que fue hace casi veinte años. Las ha colgado en una de las tabernas más bonitas de Córdoba: la de Sociedad Plateros de San Francisco. Pasan desapercidas, porque están entre otras que forman parte de la decoración habitual de la casa: toreros y otras cosas del pasado en blanco y negro. Pasan desapercibidas porque cifran su poesía no en una pretensión sino en un hallazgo. Son clásicas, formalmente habituales.
Si podéis, id y miradlas. Los protagonistas son muy conocidos: Camarón, Tomatito y un altavoz Berenice.

miércoles, 18 de junio de 2008

Renacimiento

Trajimos al Arcipreste de Hita, a Berceo, a Fray Luis de León y Góngora.

En esta informal antología de literatura española con música dentro no podía faltar este fragmento memorable de cuando el humanismo (las humanidades no son "las letras", sino los saberes que no son divinidades) llega también aquí.

CALISTO. ¡Sempronio!
SEMPRONIO. ¿Señor?
CALISTO. Dame acá el laúd.
SEMPRONIO. Señor, vesle aquí.
CALISTO. ¿Cuál dolor puede ser tal que se iguale con mi mal?
SEMPRONIO. Destemplado está ese laúd.
CALISTO. ¿Cómo templará el destemplado? ¿Cómo sentirá el armonía aquel que consigo está tan discorde, aquel en quien la voluntad a la razón no obedece? Quien tiene dentro del pecho aguijones, paz, guerra, tregua, amor, enemistad, injurias, pecados, sospechas... todo a una causa. Pero tañe y canta la más triste canción que sepas.
SEMPRONIO. Mira Nero de Tarpeya
a Roma cómo se ardía;
gritos dan niños e viejos,
y él de nada se dolía.
CALISTO. Mayor es mi fuego y menor la piedad de quien agora digo.
SEMPRONIO. (Aparte) No me engaño yo, que loco está este mi amo.
CALISTO. ¿Qué estás murmurando, Sempronio?
SEMPRONIO. No digo nada.
CALISTO. Di lo que dices, no temas.
SEMPRONIO. Digo que cómo puede ser mayor el fuego que atormenta un vivo que el que quemó tal ciudad e tanta multitud de gente.
CALISTO. ¿Cómo? Yo te lo diré: mayor es la llama que dura ochenta años que la que en un día pasa, y mayor la que quema un ánima que la que quemó cien mil cuerpos. Como de la apariencia a la existencia, como de lo vivo a lo pintado, como de la sombra a lo real, tanta diferencia hay del fuego que dices al que me quema. Por cierto, si el del purgatorio es tal, más querría que mi espíritu fuese con los de los brutos animales que por medio de aquél ir a la gloria de los santos.
SEMPRONIO. (Aparte) Algo es lo que digo, a más ha de ir este hecho. No basta loco, sino hereje.
CALISTO. ¿No te digo que hables alto cuando hablares? ¿Qué dices?
SEMPRONIO. Digo que nunca Dios quiera tal, que especie es de herejía lo que agora dijiste.
CALISTO. ¿Por qué?
SEMPRONIO. Porque lo que dices contradice la cristiana religión.
CALISTO. ¿Qué a mí?
SEMPRONIO. ¿Tú no eres cristiano?
CALISTO. Yo melibeo soy y a Melibea adoro y en Melibea creo e a Melibea amo.

COSAS DE CLASE. Rowan Atkinson: The Piano Player

1979


Lo manda Da(no)ni(no). ¡Gracias, Dani!

martes, 17 de junio de 2008

COSAS DE CLASE

Ocho temas de antiguos videojuegos orquestados.



Lo manda Fran M.

lunes, 16 de junio de 2008

Una especie de pasacalle, o chacona, o canon...



El Coro de Cámara de Namur y La Fenice en concierto en La Iglesia de Saint-Loup el 9 de julio de 2006.
Direccion: Jean Tubéry

martes, 10 de junio de 2008

Cosas para clase

Mi amigo Nacho me manda estos dos vídeos.



lunes, 9 de junio de 2008

Noche de estrellas

1876.
Debussy sobre un poema de Théodore de Banville

Nuit d'étoiles,
Sous tes voiles,
Sous ta brise et tes parfums,
Triste lyre
Qui soupire,
Je rêve aux amours défunts.
La sereine Mélancolie
Vient éclore au fond de mon coeur,
Et j'entends l'âme de m'amie
Tressaillir dans le bois rêveur.
Nuit d'étoiles,
Sous tes voiles,
Sous ta brise et tes parfums,
Triste lyre
Qui soupire,
Je rêve aux amours défunts.
Dans les ombres de la feuillée,
Quand tout bas je soupire seul,
Tu reviens, pauvre âme éveillée,
Toute blanche dans ton linceul.
Nuit d'étoiles,
Sous tes voiles,
Sous ta brise et tes parfums,
Triste lyre
Qui soupire,
Je rêve aux amours défunts.
Je revois à notre fontaine
Tes regards bleus comme les cieux;
Cette rose, c'est ton haleine,
Et ces étoiles sont tes yeux.
Nuit d'étoiles,
Sous tes voiles,
Sous ta brise et tes parfums,
Triste lyre
Qui soupire,
Je rêve aux amours défunts.

Veronique Gens (Soprano)
Roger Vignoles (Piano)
Nuit d'étoiles (Mélodies française)



Vídeo de Elias sobre un CD magnífico.