lunes, 29 de agosto de 2011

Josep Tubau

Los buenos amigos nos ayudan a conocernos, a explorar facetas de nuestra personalidad que, sin su estímulo o inspiración, hibernarían quizás.
Josep Tubau y su esposa Pilar Ramos dedican muchas horas de su vida a construir flautas; pero a quien visita su taller lo que fascina no es tanto el  resultado a menudo excelente de esa labor, como el contexto que la rodea: ese ambiente en el que la humildad auténtica, la sabia curiosidad, la generosidad, la inteligencia y la bondad convierten cada minuto allí en un ejercicio espiritual de altura. Y propician el empeño que he visto en Josep desde que lo conozco hace ya más de un cuarto de siglo: aprender, llegar a entender mejor los asuntos de que se ocupa. Por ejemplo, encontrando las preguntas adecuadas. 
Por eso el taller es una grata amalgama de rincón artesano y laboratorio científico que sus propios creadores gustan mirar con humor.
Digo que amigos como estos nos estimulan, porque uno sale de allí con el propósito de hacer las cosas también un poco así.   
















jueves, 4 de agosto de 2011

Conviene también estar a la expectativa de hechos como éstos

2. Conviene también estar a la expectativa de hechos como éstos, que incluso las modificaciones accesorias de las cosas naturales tienen algún encanto y atractivo. Así, por ejemplo, un trozo de pan al cocerse se agrieta en ciertas partes; esas grietas que así se forman y que, en cierto modo, son contrarias a la promesa del arte del panadero, son, en cierto modo, adecuadas, y excitan singularmente el apetito. Asimismo, los higos, cuando están muy maduros, se entreabren. Y en las aceitunas que quedan maduras en los árboles, su misma proximidad a la podredumbre añade al fruto una belleza singular. Igualmente las espigas que se inclinan hacia abajo, la melena del león y la espuma que brota de la boca de los jabalíes y muchas otras cosas, examinadas en particular, están lejos de ser bellas; y, sin embargo, al ser consecuencia de ciertos procesos naturales, cobran un aspecto bello y son atractivas. De manera que, si una persona tiene sensibilidad e inteligencia suficientemente profunda para captar lo que sucede en el conjunto, casi nada le parecerá, incluso entre las cosas que acontecen por efectos secundarios, no comportar algún encanto singular. Y esa persona verá las fauces reales de las fieras con no menor agrado que todas sus reproducciones realizadas por pintores y escultores; incluso podrá ver con sus sagaces ojos cierta plenitud y madurez en la anciana y el anciano y también, en los niños, su amable encanto. Muchas cosas semejantes se encontrarán no al alcance de cualquiera, sino, exclusivamente, para el que de verdad esté familiarizado con la naturaleza y sus obras.


Marco Aurelio, Meditaciones, III, 2 (Traducción de Ramón Bach Pellicer)