jueves, 14 de julio de 2011

ROLAND DYENS, MAGO DE LA GUITARRA

[12 de julio de 2011. 31 Edición del Festival de la Guitarra de Córdoba. Programa improvisado a partir de obras de Roland Dyens, Albéniz, Chaikovsky, Chopin, Django Reinhardt, Fernando Sor, Pixinguinha y Baden Powell. Roland Dyens, guitarra. Teatro Góngora. 21:30 horas]

Creo que nunca he disfrutado tanto de un concierto de guitarra como durante el ofrecido por Roland Dyens (1955-) el pasado martes en la Sala Multiusos del Teatro Góngora. Y me pareció compartir esa emoción con el resto del público, que expresaba su entusiasmo a cada paso y agradecía con largos aplausos y gritos de admiración el arte y la entrega del veterano músico francés.
            El carácter excepcional de la sesión se sustentaba a mi juicio en tres pilares fundamentales: la extraordinaria calidad y amenidad del repertorio interpretado, aparentemente seleccionado sobre la marcha por Dyens; la capacidad del músico para crear un clima de alta empatía con el público, aspecto logrado con creces desde el comienzo; y, por supuesto, el abanico amplio de cualidades musicales que este guitarrista exhibe con la sofisticación de un consumado artista, pero también y sobre todo con la naturalidad con que habla un nativo su idioma.
            El recital arrancó, como suele ser habitual en las actuaciones de Roland Dyens, con una improvisación de una profundidad musical y un buen gusto realmente asombrosos y terminó con una propina llena de ternura y emoción: Comme le jour, dedicada por el guitarrista hace dos años a su hija con motivo de su decimoctavo cumpleaños. Entre ambas breves joyas sonaron catorce piezas más, todas ellas de gran interés musical: arreglos de autores clásicos (Albéniz, Chaikovsky y Chopin), del guitarrista de jazz Django Reinhardt (Nuages) y de dos excelentes músicos brasileños del siglo XX: Baden Powell de Aquino (1937-2000) y Alfredo da Rocha Viana Filho, conocido como Pixinguinha (1897-1973). Aparte de las propias (seis piezas magníficas, contando las dos ya citadas), sólo interpretó una obra original para guitarra clásica: Le calme, caprice op. 50 de Fernando Sor (1778-1839), obra deliciosa que constituyó uno de los puntos álgidos de la noche.
            Dyens iba presentando las piezas mediante breves intervenciones habladas en una mezcla expresiva de español, italiano, francés e inglés; y haciendo gala de una cálida simpatía y de un sentido del humor muy eficaz, que no se limitaba al contenido de estos breves discursos, sino también a los gestos abiertamente bromistas con que a menudo finalizaba sus excelentes interpretaciones, como quitándole importancia a los alardes técnicos recién realizados.
            El guitarrista francés posee una técnica portentosa, una mano izquierda sorprendente y una capacidad de matiz y de claridad espectaculares; pero es sobre todo su musicalidad el aspecto que especialmente seduce: un sentido del tempo y una facilidad para expresar las frases musicales haciendo sentir al oyente que suenan de la mejor, de la única forma posible. Nos hacía sentir que todo lo que salía de su guitarra, incluidas las escasísimas notas falsas, era música, gran música   

 Antonio Torralba


[Publicado hoy en El Día de Córdoba]

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