[25 de octubre
de 2012. Segundo concierto de abono. Concierto XX Aniversario de la Orquesta de
Córdoba y XXV Aniversario del Coro de Ópera de Córdoba. Joseph Haydn, La Creación. Inmaculada Almeda, soprano.
Pablo García López, tenor. Francisco Santiago, bajo. Coro de Ópera de Córdoba
(Director: Diego González Ávila). Orquesta de Córdoba. Lorenzo Ramos,
dirección. Gran Teatro de Córdoba. 20:30 horas]
Magnífico
concierto el ofrecido el jueves con motivo de los aniversarios de la orquesta y
el coro de ópera de nuestra ciudad. Cargada de simbolismos, la obra elegida
prestó sus innumerables encantos al lucimiento de las dos entidades y de los
tres solistas cordobeses invitados para la ocasión: la soprano pontanesa
Inmaculada Almeda, el tenor Pablo García López y el bajo Francisco Santiago.
Todos, bajo la dirección del flamante director de la orquesta, ofrecieron una intensa lectura del oratorio
que sobre la creación del mundo compuso Joseph Haydn emulando las majestuosas
aportaciones que Haendel hizo al género.
En efecto, durante la temporada de
1791 en Londres, Haydn quedó vivamente impresionado tras la escucha de los
oratorios de Haendel interpretados en la Abadía de Westminster con generosos
medios vocales e instrumentales. Según Giuseppe Carpani, estas audiciones
estimularon enormemente al compositor y le hicieron meditar sobre los recursos
técnicos que Haendel ponía en juego para lograr la expresión de lo grandioso.
Haydn comentó a su amigo Barthélemon su deseo de componer una obra de un
espíritu similar y le pidió consejo sobre el tema. Barthélemon cogió su Biblia
y le dijo: "Mira, toma esto y empieza por el principio". El resultado
fue una obra deslumbrante, en la que generaciones de públicos muy diversos han
encontrado atractivos sin número.
La interpretación del jueves comenzó
con el escenario a oscuras para reforzar el efecto del paso de las tinieblas
anteriores a la creación divina a la luz. Se hizo coincidir el famoso acorde de
do mayor de toda la orquesta en fortissimo
con la repentina iluminación del escenario. A partir de ahí comienzan en
sucesión las delicias musicales, muchas claramente emparentadas con el mundo de
las arias operísticas de la época y con el gusto dieciochesco por la pintura
musical elegante. En este sentido, el haber hecho accesible al público una
versión del texto cantado (en papel o mediante subtítulos) hubiera ayudado al
mayor disfrute de la escucha y a una mejor valoración de la elocuente y
acertadísima interpretación de los tres solistas, que sortearon con creces las
dificultades de la partitura y llenaron de emoción no pocos números. Me pareció
especialmente elegante el fraseo del bajo Francisco Santiago, quien también
hizo gala de un envidiable manejo de la dinámica; y admiré igualmente la agradable
frescura del canto del joven tenor Pablo García López y la técnica de la
soprano Inmaculada Alameda.
El coro estuvo a la altura (quizás
hubiera necesitado refuerzo de la cuerda grave), la orquesta me pareció
impecable (flauta encantadora) y la dirección de Lorenzo Ramos y el cuidado que
se adivinaba detrás de todo el complejo montaje me hicieron pensar que vienen
buenos tiempos para la música de la ciudad y que (Uriel lo canta al comienzo de
la tercera parte) seremos premiados como Adán y Eva con una "dulce
armonía" que nos hará sentir, también como la feliz pareja, "un sentimiento
de ferviente gratitud".
La nota de prensa de la Orquesta
anunciando el concierto comparaba metafóricamente la llegada de la formación a
la vida musical de la ciudad y el
emotivo momento de la irrupción de la luz aludido antes. Pero la historia de
estos veinte años es más darvinista que creacionista. Y esa evolución, que
tanto debe a tanta gente, creo que tiene mucho que ver en especial con el
esfuerzo y el buen hacer del que ha sido hasta ahora su gerente: Alfonso Osuna
Prieto. ¡Gracias a ti también, Alfonso!
Antonio
Torralba
[Publicado en EL DÍA DE CÓRDOBA]
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