viernes, 21 de enero de 2011

Mentre dormi amor

Para la excelente revista que hace en su instituto de Vejer de la Frontera, Ana (amiga, antigua alumna, profe de música) me pidió que escribiera un texto sobre el aria de Vivaldi Mentre dormi amor (L'Olimpiade). Como ha quedado un poco largo y se publicará resumido, lo pongo aquí, que no hay problemas de espacio. 


MIENTRAS DUERMES


Cuando era niño, aunque me gustaba la música, me fastidiaban las películas en las que cantaban. No recuerdo bien si el fastidio era sólo por el idioma, pero sí que éste era ampliamente compartido por mis amigos. Y a Televisión Española (la única por entonces) le dio por poner comedias musicales americanas cada sábado. Empezábamos a ver una película y, de pronto, aparecía la sospecha. La mujer se dirigía hacia el espejo del tocador y, al llegar el cambio de ruidillo de fondo de la banda sonora original e iniciarse la introducción instrumental, ya no había duda, ni esperanza: arrancaba a cantar. Nosotros hacíamos el zapping del momento, que consistía en irse a la calle a montar producción propia de bajo presupuesto.
Sé que hablar de gustos personales no tiene mucho sentido y que las preferencias sólo crean buen rollo si se comparten; pero he arrancado manifestando ésta para recordaros que te puede gustar una canción sin que estés dispuesto a tragarte el musical; e igual pudiera darse el caso de que un aria de ópera te emocione sin que te guste la ópera como espectáculo. Y por eso he aceptado la invitación de vuestra profe de música para escribir sobre esta canción de Vivaldi: porque me gusta escucharla aun no estando por ello muy dispuesto a disfrutar de la obra de arte total: esa cabalgata interminable de romanos con plumas y larguísimos fragmentos en que los actores medio cantan y medio hablan como los niños de la lotería. En corto: me encanta este aria de Vivaldi y no me gusta la ópera a la que pertenece, ni demasiado tampoco la ópera en general.
El teatro es una cosa social, con enseñanzas o festiva, muy admirable; pero el aria es poesía, pura emoción; sí, muchas arias, como muchas canciones de ahora y de siempre, como muchos poemas, son concentrado de emoción: hay primero un placer físico como de baile y un contagio de ganas de cantar; y luego, como en el amor, el deseo infatigable de volver de nuevo al comienzo. Este deseo se cumple en parte en la forma que se llama “aria da capo”. “Da capo”, desde el comienzo… Cuando parece que va a acabarse, vuelve a sonar desde la cabeza. Y como el corazón de los enamorados –y esto lo dice un poco antes el propio personaje que canta este fragmento-, también la música “se llena de alegría con sólo pensar en lo que vendrá”.
El personaje, este muchacho que canta con voz de mujer (porque en la fantasía disparatada de la ópera nunca sabemos si cantan personas, melodías, almas o deseos), está ahora junto a un amigo que duerme. Le ha encargado que realice al día siguiente unas gestiones para conseguir a su amada sin saber que el otro también quiere a esa mujer. Todos enamorados de la misma, como en segundo de ESO.
Canta su deseo: que mi felicidad (imaginando lo que vas a conseguirme mañana) se sume al placer de tu sueño para que descanses lo mejor posible. Sobre un bajo que va repitiendo la nota fa (la más importante de la escala que utiliza este aria) los violines pintan la suave brisa que invita al sueño (¿has escuchado “Las cuatro estaciones”?). Creo que están al aire libre, porque se oye (también con un fa largo) una trompa, que es un instrumento relacionado con la caza y el campo. Y así, entre fas y dos (do es la nota que en esta escala hace desear el fa), expresa el enamorado su fantasía de entrar en el sueño del amigo: “mientras duermes, que el amor acreciente el placer de tu sueño con mi idea de felicidad”. Menos mal que la telepatía no existe y que entrar en el sueño de otro es sólo una ilusión, porque ahí cada mente iba por un lado.
Hacia la mitad, la atmósfera cambia para pintar lo que ahora se expresa: que nada interrumpa el sueño: “que el arroyo corra más lento” (fíjate en lo que ahora hacen los violines como mandando callar) y que hasta se pare el aire. Pasando por alto que alguien está cantando a voz en grito junto a la oreja del que duerme (porque en la fantasía disparatada de la ópera eso no cuenta), Vivaldi hace callar al bajo y a la trompa y cambia la escala creando un efecto que sugiere la quietud mágica de la noche (¿has escuchado el concierto titulado “La Notte”?).
Después (y en eso consiste un “aria da capo”) regresa de nuevo el comienzo; pero ya no es exactamente igual, ¿verdad? Cuando era niño, aunque me gustaba la música, me fastidiaban las películas en las que cantaban…

Antonio Torralba
Profesor de Música. Córdoba 

5 comentarios:

Fran dijo...

Precioso!

ana del moral dijo...

Gracias, Antonio.

Anónimo dijo...

Soneto primero A Clori:

Sentir de una pasión viva ardiente
todo el afán, zozobra y agonía;
vivir sin premio un día y otro día;
dudar, sufrir, llorar eternamente;

amar a quien no ama, a quien no siente,
a quien no corresponde ni desvía;
persuadir a quien cree y desconfía;
rogar a quien otorga y se arrepiente;

luchar contra un poder justo y terrible;
temer más la desgracia que la muerte;
morir, en fin, de angustia y de tormento,

víctima de un amor irresistible:
ésta es mi situación, ésta es mi suerte.
¿Y tú quieres, crüel, que esté contento?
(Jovellanos)

Anónimo dijo...

¡¡Qué delicia de explicación!! ¡Lo que daría por haber ido a tus clases!

Euterpe dijo...

Podría utilizarse más la televisión para retransmitir óperas y teatro, como hacen en Alemania... Pero, como dice un conocido mío, Alemania empieza por A y España por E...