[10 de octubre
de 2013. Primer concierto Temporada de Abono. Bicentenario de Wagner y Verdi. Giuseppe
Verdi, "Obertura" de La forza
del destino; "Vedi! Le fosche
notturne" de Il Trovatore; "Va
pensiero" de Nabucco, "Noi
siamo zingarelle" y "Di Madride noi siam mattadori" de La
Traviata; "Preludio",
"Gloria al Egitto", "Marcha triunfal", "Ballet" y
"Vieni, o guerriero vindice" de Aida. Richard Wagner, Sinfonía en do mayor, WWV 29. Coro de
Ópera Cajasur. Dir: Irina Trujillo. Solistas: Concepción Martos y Domingo
Ramos. Orquesta de Córdoba. Dir.: Lorenzo Ramos. Gran Teatro de Córdoba. 20:30
horas. ]
"Hace
muchos años nos visitó, con el objeto de ver la Mezquita, el gran Verdi y dejó
un autógrafo muy curioso en nuestra ciudad. En el muro de uno de los pisos más
elevados de la torre de la Catedral escribió con lápiz su firma, que,
seguramente, habrá pasado inadvertida para la mayoría de las personas que hayan
subido a aquella altura". Con estas palabras recordaba Ricardo de Montis,
en el segundo tomo de sus Notas
Cordobesas, el paso de Verdi por nuestra ciudad, de cuya catedral diría al
Conde Arrivabene que "merece la reputación de que goza". Se
encontraba el genial operista en nuestro país con un motivo que le une más a
Córdoba que la firma y el elogio. Se trataba del estreno en Madrid (22-2-1863)
de La forza del destino, ópera que,
como es sabido, se basa en el Don Álvaro
o la fuerza del sino del cordobés Ángel de Saavedra. Antes de ésta, Verdi
había compuesto ya dos óperas que basan su argumento en dramas españoles (Simone Boccanegra e Il Trovatore); y otras obras suyas son también de tema hispano,
como Ernani o Don Carlo.
Así que me pareció especialmente
emocionante que el concierto del jueves arrancara con la bellísima obertura de La forza del destino, ya que este año de
2013 (V de la Gran Crisis) podría conmemorarse también, además del bicentenario
del nacimiento de las dos figuras homenajeadas, el 250 aniversario del estreno
de esa grandiosa ópera en España. La mencionada obertura, con una acertada
elección de un tempo algo más rápido de lo habitual, estuvo magníficamente
interpretada; al igual que, en general, todas los conocidos números de óperas
de Verdi que llenaron la primera parte del concierto. En ella, la Orquesta
estuvo acompañada por el Coro de Ópera de Cajasur, que brilló especialmente en
sus dos intervenciones de La Traviata.
En la segunda parte, que se abrió
con emotivas palabras de Lorenzo Ramos sobre el futuro incierto de la Orquesta,
hubimos de emigrar hacia el Norte; casi como en la vida real. Y pasamos del
Verdi más frecuente al Wagner más infrecuente. Del Verdi más Verdi al Wagner
menos Wagner. En efecto, el compositor alemán estuvo representado por su
desconocida Sinfonía en do mayor, una
meritoria obra de juventud no muy inspirada melódicamente y acaso algo
redundante, pero que se escuchó con placer en buena medida por la impecable
lectura de Ramos y la sólida interpretación de todos los miembros de la
Orquesta, que estuvieron soberbios.
En resumen, un magnífico concierto
en el que, justo es decirlo, nos pasó un poco como a Verdi cuando estuvo por
aquí en aquel viaje "largo y fatigoso": que nos gustó más la parte
sur que la norte. "El Escorial (perdóneme la blasfemia) no me gusta.(...)
Es severo, terrible...", escribió el genio italiano fascinado por la
"romántica" Andalucía. ¿Qué hubiera dicho Wagner?
Antonio
Torralba
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