jueves, 4 de septiembre de 2008

El silencio




El silencio no es en general algo deseable. Es lo que hay antes y después de la vida; y también a veces manifestación del terror; como el que intentaba instaurar con esa palabra, al comienzo y al final del drama, la célebre tirana de la obra de García Lorca.

Por eso, cuando reivindicamos el silencio en las ciudades (o en los mucho más ruidosos pueblos) de nuestra geografía hablamos de otras cosas. Fundamentalmente de dos: del derecho a tener cierto protagonismo en la elección de eso que de forma cursi llaman “paisaje sonoro”. Y dos: del deseo de que éste no se aparte demasiado del constituido por los fenómenos sonoros “naturales”, esto es, en líneas generales, por los producidos al margen del petróleo y la electricidad: pasos, pájaros, voces, gatos, meteoros…

La primera cuestión depende mucho de la ley y también de la educación. La segunda depende mucho de la educación y también de la ley. Como uno tiene bastante más fácil librarse de ver Dos pringaos mu fumaos que de escuchar la última canción de Manolo García (por la indefensión natural del del oído), está claro que es la ley la única que puede defender a este débil sentido estableciendo leyes de “discriminación positiva”; prohibiendo, por ejemplo, el hilo musical en los lugares públicos. Cuando el disco se repite una y otra vez en un hotel, el hilo se te enmaraña dentro, se vuelve cadena y luego barrote. Eso no es un paisaje sonoro, unas vistas a las que me asomo: es una cárcel dentro del cerebro.

Estando ese primer asunto de la libertad auditiva bien atrasado, del segundo ya ni hablamos: ¿cuando entrará el placer auditivo en consideración a la hora de diseñar plazas, ciudades, casas, bares, jardines….?

“El silencio de la nieve, pensaba el hombre que estaba sentado inmediatamente detrás del conductor del autobús. Si hubiera sido el principio de un poema, habría llamado a lo que sentía en su interior el silencio de la nieve” (Orhan Pamuk, Nieve. Trad. Rafael Carpintero)

3 comentarios:

Dolores Serrano Cueto (Lola) dijo...

Tienes mucha razón Antonio.
Espero que algún día esos paisajes que tanta falta hacen no queden solo en un recuerdo sonoro.
Un saludo

Fran dijo...

¿qué tendrá el silencio que hace tanto ruido? ¿volvemos sobre el asunto?
Un abrazo desde el retorno al torno. Te escribo mail plañidero.
F

Antonio Torralba dijo...

Un salud Fran. Y gracias por pasar por aquí.