Nuestra compañera Ana del Moral me pide que publique este escrito.
Tengo una alumna, magnífica actriz y preciosa muchacha, seria, inteligente, que a principios del curso pasado quería estudiar “algo relacionado con el periodismo” y ha acabado matriculada en un ciclo formativo de grado medio de comercio. En ella pensaba cuando escribía estas líneas (no sé de dónde me viene la afición… pero me encanta escribir panfletos). Mis compañeros se sorprendieron muchísimo al verla interpretar el papel de Poncia en La casa de Bernarda Alba. Decían: “de dónde habrá sacado ese talento… de su familia desde luego que no”. Tengo otra alumna, menos agraciada, procedente de un hogar con historial de delincuencia y malos tratos, que como premio a su increíble interpretación del papel de Angustias (“esto si que es increíble del todo”) ha conseguido que la incluyan en un PCPI donde en principio no había sitio para gente tan problemática como ella. Yo todavía no sé que significan exactamente esas siglas; ella las traduce como Programa para Zubnormales y Para Inútiles, y se ríe. También pensaba en ella al escribir mi último panfleto.
Mis compañeros creen en los milagros, pero no parecen creer en nada más; a los miembros de la directiva de mi instituto no los considero compañeros.
Mi último panfleto
Desde mi perspectiva como profesora del ámbito humanístico, vengo observando que el sistema educativo está intentando dar cauce a la diversidad de las aulas fundamentalmente mediante dos vías que no me parecen adecuadas: la nueva apuesta de la administración de implantar la formación profesional desde niveles que cursan niños de trece o catorce años y el tradicional desprestigio de las humanidades desde que, al menos yo, tengo uso de razón (sé que en otras épocas no fue así). Veo como vamos acercando a nuestros alumnos (porque no son ellos los que se acercan por inquietudes o preferencias) a una salida laboral rápida que los acomode cuanto antes en el mundo que les ha tocado vivir, y a la vez pretendemos educarlos como ciudadanos libres y responsables… pretendemos hacer este experimento con “ciudadanos libres” sin posibilidad apenas de reflexionar sobre el espíritu del ser humano y “ciudadanos responsables” sin apenas responsabilidades distintas a las que les impone el sistema educativo, en general el sistema capitalista. Me parece una idea válida si consideramos los tiempos que corren, donde hay que tener estudios específicos para ser dependiente en una tienda de ropa, lo que no entiendo es que en un centro de enseñanza cada vez se reúnan menos las circunstancias que puedan llevar a un adolescente a querer cambiar el mundo, al menos su mundo interior.
Sobre esta idea se cimienta la propuesta educativa que quería desarrollar como miembro del Departamento de Actividades Extraescolares: sobre la repulsa que siento ante ese paisaje que me parece desolador y la voluntad de transformarlo hasta donde sea posible con un proyecto esencialmente cultural. Un proyecto propio, no la realización de los cien proyectos raquíticos que esboza la administración con motivo del Día de la Mujer, el Día de la Paz, el Día de Europa y el Día del Juicio, llenos de buenas intenciones sobre el papel impreso, para que los asumamos nosotros y rindamos cuentas mediante procedimiento burocrático. Mi pretensión era otra muy distinta: ayudar a que las iniciativas culturales, especialmente de ámbito humanístico, surgidas de nuestro instituto saliesen adelante en las mejores condiciones posibles… hasta que sea posible desvolverles su antiguo prestigio.
La vicedirección me dice que esto no es posible, que en este instituto se imparten enseñanzas “muy amplias” y que, en consecuencia, el Departamento de Actividades Extraescolares debe programar por igual actividades culturales, lúdicas y de orientación a la formación profesional. Yo digo que no pienso organizar partidos de fútbol, juegos de cartas o excursiones a parques temáticos, ni recibir a las Fuerzas Armadas ni a ningún empresario emprendedor. Eso no es posible y reina el silencio.
Con este escrito rehúso a formar parte del Departamento de Actividades Extraescolares, informo al claustro de esa vacante y me desvinculo manifiestamente de las políticas educativas y de los silencios de este centro.
Ana del Moral
1 comentario:
plas,
plas,
plas,
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Mi sincero aplauso, Ana.
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Emocionante
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