[19 de julio de 2010. XXX Festival de la Guitarra de Córdoba. La guitarra en el tiempo del poeta Miguel Hernández. Salvador Bacarisse, Preludio e Intermezzo. Quintín Esquembre, Vals brillante, Canción playera, Zapateado. Vicente Asencio, Tango de la casada infiel, Fandango del cañamelar. Joaquín Turina, Fantasía sevillana. Óscar Esplá, Tempo di sonata. Eduardo López Chávarri, Homenaje a Andrés Segovia. Manuel de Falla, Homenaje “Le tombeau de Debussy”. Julián Bautista, Preludio y Danza. Ignacio Rodes, guitarra. Teatro Cómico Principal. 21:30 horas. Media entrada. Valoración: 3]
Interesante e infrecuente programa el que pudimos disfrutar el lunes en el Teatro Cómico Principal a cargo del excelente guitarrista alicantino Ignacio Rodes. Recogía, fundamentalmente, música de compositores españoles que, siguiendo el magisterio de Falla, intentaron trascender el Nacionalismo haciéndolo convivir con las tendencias neoclásicas y vanguardistas que llegaban de Europa. Corrían los años veinte de la pasada centuria y, como esto coincidía con el empeño de la excelente pléyade de poetas de la época, a veces se conoce a algunos músicos de esta generación como “del 27” (otros la llaman también “de la República ”). En ella se encuadran inequívocamente los madrileños Salvador Bacarisse (1898-1963) y Julián Bautista (1901-1961), protagonistas junto con el alicantino Óscar Esplá (1889-1976), de las obras más profundas y difíciles de la velada. En su interpretación Rodes hizo gala de su hondo conocimiento del repertorio, si bien no logró alcanzar la limpieza técnica que lo caracteriza y lo ha hecho famoso.
Más deleitosa resultó la escucha del resto de las obras del programa. Si las primeras asombraban por su exigencia y densidad, las obritas de Manuel de Falla (1876-1946) en homenaje a Debussy, de Vicente Asencio (1908-1979) en homenaje a Lorca y las simpatiquísimas de Quintín Esquembre (1895-1965), el autor de la famosa Si vas a Calatayud, llenaron el escenario de aquella virtud sin la que –Stevenson lo dijo- todas las demás son inútiles: el encanto. Brilló en los evocadores ritmos de danza de las piezas de los tres autores citados, pero muy especialmente en esa habanera lenta sobre la que se levanta Le tombeau de Debussy.
Especial momento musical y cultural el que generó la España literaria y artística de aquellos años veinte en torno a la guitarra, gracias en buena parte a la citada obra de Falla y al esfuerzo y talento interpretativo de un guitarrista excepcional, Andrés Segovia. El linarense se esforzó en animar a los autores de su generación, la inmediatamente anterior a la del 27, a sumar esfuerzos en pro del instrumento. A esa “Generación del 98” pertenecieron los otros dos autores del recital, Eduardo López Chávarri (1871-1970) y Joaquín Turina (1882-1949). Con ellos también, Rodes nos hizo sentir “nacidos entre guitarras” como dejó escrito de los andaluces el poeta Miguel Hernández, el gran homenajeado en esta noche de homenajes.
Antonio Torralba
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