lunes, 27 de septiembre de 2010

Evaristo Baschenis. Instrumentos en silencio


Pasa en general con todos los instrumentos, pero en especial grado con los musicales. Contemplarlos en reposo (en una estantería, dentro de su estuche o sobre una mesa) produce una cierta inquietud. También su representación plástica, a menudo difícil, mantiene esa sensación que se mueve, con muchos matices, entre la atracción y el respeto. Como si fueran armas.
No sabía -lo he leído estos días- que las pinturas admirables de Evaristo Baschenis (1617-1677), sus composiciones con instrumentos musicales, tan populares en el mundillo de la música antigua, eran casi desconocidas hace poco más de cincuenta años. Las principales investigaciones sobre su vida y obra son posteriores a 1995. Sacaron a la luz retazos de la vida de este hombre peculiar: su ordenación sacerdotal en torno a 1647, el establecimiento de un taller en 1643, la fuerte influencia que ejerció sobre su arte el de Caravaggio durante un viaje a Roma, la huella que él mismo dejó en otros artistas admirables como Bartolomeo Bettera, que exageró su tendencia a colocar los instrumentos en posiciones poco corrientes, o Giuseppe Recco.




3 comentarios:

Anónimo dijo...

Un bodegón de instrumentos entremezclados con partituras, libros, frutas, telas y muebles de maderas nobles artesanales, e incluso su autoretrato.
Colocando todo de forma detallosa y delicada, con su (Luz y sus Sombras).
Brillos y reflejos propios de luz de velas. En definitiva Arte...
Que colección más bella.
Gracias.

Dani dijo...

Jejeje. Vaya, nunca había pensado lo de la inquietud que produce ver in instrumento fuera de su "hábitat natural".

Anónimo dijo...

El hábitat natural de un instrumento es variado.
Mi abuelo tocaba las castañuelas mejor que Lucero Tena, en la orilla de la playa con dos cantos rodados finos y desgastados de la erosión del mar, generalmente ladrillo rojo.

Aunque es cierto que al acercarte a un instrumento más valioso, sí produce un gran respeto.
Besos respetuosos.