lunes, 1 de noviembre de 2010

Grandeza de Góngora

Lo hemos leído todos en los tiempos del instituto. Es de los sonetos más conocidos de Góngora, si no el que más. Pero no quita para que ahora, al topar una vez más con él, me haya sobrecogido. Y quería compartir esta emoción. Me refiero a ese que comienza "Mientras por competir con tu cabello/ oro bruñido el Sol relumbra en vano..." Es un elogio de la belleza de una mujer animándola a que aproveche su juventud antes de que llegue la vejez. Lo llamamos carpe diem desde que Horacio, meditando en una oda sobre el tiempo que se escapa como agua entre los dedos, escribió ese famoso verso que tanto estrés puede causar en manos de la psicología barata de la segunda mitad del siglo XX: "Carpe diem quam minimum credula postero": Agarra el día como si apenas creyeras en el siguiente.


Entre otros muchos, Garcilaso ya escribió un soneto memorable (otro de los del instituto) sobre ese mismo tema (el que empieza "En tanto que de rosa y azucena"), en el que, tras animar a la muchacha a que disfrute antes de las canas ("Coged de vuestra alegre primavera/ el dulce fruto antes que el tiempo airado/ cubra de nieve la hermosa cumbre"), termina (el terceto final de un soneto siempre ha de ser contundente) con una reflexión triste pero elegante, comedida: "Marchitará la rosa el viento helado,/ todo lo mudará la edad ligera/ por no hacer mudanza en su costumbre".


Góngora en 1582 (con 21 años no sé si cumplidos) enfoca su soneto no sólo comparando el cabello, los labios, la frente y el cuello con cosas hermosas de la naturaleza, sino estableciendo una competición en la que gana la mujer (a cada labio por cogerlo "lo siguen más ojos que al clavel temprano", etc). Pero lo chulo verdaderamente es el terceto final, uno de cuyos versos (el último) ha cautivado a miles de poetas y estudiosos around the world. No es ya sólo que haya que tomar nota del paso del tiempo, avisado por el mero transcurrir de los días ("Cada Sol repetido es un cometa" dice en otro memorable poema). No es ya que la edad vaya a marchitar la belleza, "no ya en plata o viola troncada (violeta tronchada)/ se vuelva"; sino que, además, "tú y ello juntamente" os convertiréis... Y viene ahora (no del todo "bien ordenada", como se ha discutido a veces) esa gradación dramática  con cinco golpes de timbal de oda fúnebre barroca: "En tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada".


Mientras por competir con tu cabello,
oro bruñido al sol relumbra en vano;
mientras con menosprecio en medio el llano
mira tu blanca frente el lilio bello;

  mientras a cada labio, por cogello.                   5
siguen más ojos que al clavel temprano;
y mientras triunfa con desdén lozano
del luciente cristal tu gentil cuello:

  goza cuello, cabello, labio y frente,
antes que lo que fue en tu edad dorada                  10
oro, lilio, clavel, cristal luciente,

  no sólo en plata o vïola troncada
se vuelva, mas tú y ello juntamente
en tierra, en humo, en polvo, en sombra, en nada.

2 comentarios:

Luisa dijo...

Elegante y verdadero. Aporto otro:

Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Mozuelas las de mi barrio,
Loquillas y confiadas,
Mirad no os engañe el tiempo,
La edad y la confianza.
No os dejéis lisonjear
De la juventud lozana,
Porque de caducas flores
Teje el tiempo sus guirnaldas.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Por eso, mozuelas locas,
Antes que la edad avara
El rubio cabello de oro
Convierta en luciente plata,
Quered cuando sois queridas,
Amad cuando sois amadas,
Mirad, bobas, que detrás
Se pinta la ocasión calva.

¡Que se nos va la Pascua, mozas,
Que se nos va la Pascua!

Anónimo dijo...

Yo soy cordobés del bando de Quevedo. Góngora, como buen cordobés halla refugio y tiene su solar en una ortodoxia que fagocita.