miércoles, 19 de septiembre de 2007

Dos formas de escribirle a un músico: Fray Luis de León y Góngora

La Oda a Salinas de Fray Luis de León está considerada como una de las dos o tres mejores poesías de su autor. No por demasiado conocida vamos a privarnos de releerla aquí:

El aire se serena
y viste de hermosura y luz no usada,
Salinas, cuando suena
la música estremada,
por vuestra sabia mano gobernada.

A cuyo son divino
el alma, que en olvido está sumida,
torna a cobrar el tino
y memoria perdida
de su origen primera esclarecida.

Y como se conoce,
en suerte y pensamientos se mejora;
el oro desconoce,
que el vulgo vil adora,
la belleza caduca, engañadora.

Traspasa el aire todo
hasta llegar a la más alta esfera,
y oye allí otro modo
de no perecedera
música, que es la fuente y la primera.

Ve cómo el gran maestro,
aquesta inmensa cítara aplicado,
con movimiento diestro
produce el son sagrado,
con que este eterno templo es sustentado.

Y como está compuesta
de números concordes, luego envía
consonante respuesta;
y entrambas a porfía
se mezcla una dulcísima armonía.

Aquí la alma navega
por un mar de dulzura, y finalmente
en él ansí se anega
que ningún accidente
estraño y peregrino oye o siente.

¡Oh, desmayo dichoso!
¡Oh, muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase en tu reposo,
sin ser restituido
jamás a aqueste bajo y vil sentido!

A este bien os llamo,
gloria del apolíneo sacro coro,
amigos a quien amo
sobre todo tesoro;
que todo lo visible es triste lloro.

¡Oh, suene de contino,
Salinas, vuestro son en mis oídos,
por quien al bien divino
despiertan los sentidos
quedando a lo demás amortecidos!

Es realmente hermosa. Pero también me lo parece esta otra manera de añorar a un amigo. Es el paso del idealismo al realismo, del Renacimiento al Barroco. Es de Góngora, el celebrante de los placeres de la vida:

A VICENTE DE SANCTA ANA, MÚSICO DE DON DIEGO DE VARGAS, CORREGIDOR
DE CÓRDOBA

A ganas de comer descomedidas
convite cordobés, Vicente hermano.
A pájaros que vienen a la mano,
un baldrés basta, dos plumas fingidas.
A tordos que así saben sus dormidas,
cañaveral en ellos, pues es llano
que el Castillejo, y aun el Vejarano,
cebándolos están de uvas podridas.
A Sancta Ana con hambre, huésped divino,
Sanct Lázaro le hospede, y sea este año,
porque de sus carneros algo le ase.
Claridad mucha causa mucho daño;
arrollad, Musa, vuestro pergamino,
y dejad maliciosos en su clase.

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