domingo, 15 de marzo de 2009

Crecimiento

Al fin y al cabo, la cuestión no es tan complicada. Cuando uno tiene problemas de forma continuada, sólo tiene que optar entre una limpieza de karma (tengo que averiguar si Cillit Bang sirve), con o sin reiky, o bien una terapia de crecimiento personal. Por dentro, quiero decir: crecimiento por dentro. No jokes.
Esto último es más largo y más costoso, pero tampoco es nada del otro mundo. Sólo hay que echarle voluntad, como a todo. Da igual si eliges la vegetoterapia (u orgonomía) de Wilhem Reich, el análisis bioenergético de Alexander Lowen o la terapia primal de Janov. Por cierto, en este último caso parece evidente que sería más oportuna la terapia afectivo-primal de Claude Aliáis, que a todas luces es más completa.
Llegados a este punto, soy plenamene consciente de las posibles objeciones: por qué no inclinarse por el rebirthing de Leonard Orr, la somaterapia de Freire, el ensueño dirigido de Robert Dessoille, la sofrología de Caycedo, el control mental de Silva o la psiconsíntesis de Assagioli. Muy simple: se diga lo que se diga, no han demostrado su efectividad. Mientras que el análisis trasaccional de Berne (todo el mundo lo dice) tiene una bien probada fama y el psicodrama de Jacob Levi Moreno puede brindarte salidas profesionales, los otros caminos, por no hablar de otros como la terapia Gestalt de Fritz Perls (algo menos -justo es decirlo- en la formulación de Paul Goodman), constituyen mera palabrería.

2 comentarios:

María Torralba Luque dijo...

uummmm quizás leer la Historia Interminable también valga ;) Algo me suena.

queesloquesuena dijo...

¿Y la musicoterapia?