jueves, 6 de agosto de 2009

La ola de la literatura

La ola de la literatura
Yuan Hongdao

Habiendo alquilado una casa cerca de la Puerta de Dougzhi, he dispuesto mi bliblioteca en una pequeña estancia a la derecha de la cámara principal y encima de la puerta he escrito este nombre, sacado de Xu Wei: Celda de la Ola de la Literatura. Alguno me ha dicho: "Vuestra región natal no es más que un vasto paisaje de agua. Pero aquí, en la capital, el ruido y el polvo suben hasta el cielo y oscurecen el esplendor del sol. No hay una gota de agua, y menos en esta estancia: ¿cómo se puede imaginar ver una ola?". Habiendo hecho de este lugar mi eremitorio, le he respondido sonriendo: "No se trata del agua en su forma real. Pero de todas las cosas bajo el cielo, nada se parece a la literatura más que el agua. Ella parte en línea recta de improviso, y luego cambia su curso de improviso. Cubre el cielo, y luego lo descubre; en un instante, una nube oscura se extiende en el infinito sutil, es un velo de seda; en el remolino, es el ojo de un tigre; en la cascada, es un rayo celeste; erguida en la ola, es una cascada de jade; al romperse, es un dragón; esparcida y difusa, es la niebla; enardecida, es el viento; encolerizada, es el trueno. Rápida o lenta, lánguida o brusca, ella fluye en diez mil formas. Por eso lo más prodigioso y más mudable que hay bajo el cielo es el agua. Nacido en una tierra de aguas, estoy acostumbrado a ella desde la infancia, y siempre me he sentido afín al agua. He atravesado el Dongting, he pasado el Huaihai, surcado el Yantan; he esplorado las maravillas del Wuxie, he recorrido los sitios más bellos de los ríos y los lagos, he conocido a fondo toda sus transformaciones. Y ahora estoy convencido de que, bajo el cielo, no existe agua que no sea literatura. Desde que resido en la capital, tengo la costumbre de cerrar mi puerta para consagrarme a la meditación. Entonces mi pecho se expande, como si aparecieran delante de mí cosas reales. Todo lo que he visto en el pasado, el romperse de la ola, el remolino profundo o el rizado leve de la brisa, comparece de improviso ante mis ojos. Así, cojo un libro, las Memorias históricas o las poesías de Du Fu, Li Bai o Su Dongpo y, a medida que leo, el agua se me manifiesta en todas sus fantásticas metamorfosis. Se acumula en una garganta, se yergue en altas olas, canta entre las piedras de una fuente, se ensancha en el mar, se desencadena en una cascada, se recoge en un estanque. Todo lo que es suelto y sinuoso es agua. Toda litetartura, para mí, es agua. Una montaña alta o baja, si es bella, también es sin duda literatura; pero lo que es alto no puede rebajarse, lo que es rígido no puede doblarse, si es una cosa muerta. Esto no vale para el agua. Por tanto, el alma de la litaratura es la del agua; bajo sus apariencias distintas son de la misma esencia. Por eso, en mi celda, no veo más que agua; los ríos y los mares se suceden, día tras día, ante mis ojos. Si no comprendéis es porque vuestra mente es limitada. ¿Por qué os hace reír el nombre de mi celda?".

Texto seleccionado y traducido del chino al francés por Martine Vallette-Hémery (Les Formes du vent. Paysages chinois en prose, Albin Michel, Paris, 2007). Traducido al español por Antonio Abellán para el número 32 de la revista FMR.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

QUE LINDO.

María Torralba Luque dijo...

Qué bonito...
Me recuerda al final de Memorias de una Geisha
"Pero ahora sé que nuestro mundo no es nunca más permanente que una ola que se eleva sobre el océano. Cualesquiera que sean nuestras luchas y nuestras victorias, comosquiera que las padezcamos, enseguida desaparecen en la corriente, como la tinta acuosa sobre el papel"
Quizás la vida y la literatura sean más parecidas de lo que pensamos.