Como saben los seguidores del blog, estamos publicando espaciadamente (pero pueden verse también seguidas clicando sobre la etiqueta Sobre la enseñanza) y de forma dialogada las opiniones de veinte profesores de secundaria sobre la situación actual de esas enseñanzas en España. Ahora viene el sexto profesor. Aviso: no todos serán de música, ni todos serán tan jóvenes.
JADR
Edad: 59
Tiempo de servicios: 32 años
Asignatura: Lengua
Antonio: Quienes escriben sobre el informe Pisa son, por lo general, políticos a la defensiva y licenciados que extrapolan sus vivencias escolares a la generalidad de los niños de su época. Por ejemplo, cuando Muñoz Molina habla (Babelia, 15.12.07) de la afición a la lectura que le supieron despertar sus maestros, ¿crees que sus reflexiones son extraporables a la mayoría de los niños españoles nacidos en 1956? Esto debería/podría estar medido, pero, puestos a opinar, ¿leen más españoles de 51 (como Muñoz Molina), de 61, de 41, de 31, de 21? ¿Cuál es tu percepción de los hechos?
JARD: Estoy de acuerdo con el enunciado de la pregunta en el sentido de que en educación y, más concretamente en lo que se refiere a la lectura, se tiende a proyectar sobre la situación actual una visión romántica y acrítica basada en experiencias personales del pasado. En contra de algunas de estas opiniones, pienso que hoy en día se lee bastante, yo diría que más que antes. Lo que ocurre es que la lectura de ahora se hace sobre códigos y soportes muy variados y muy distintos de los empleados en otras épocas. El libro está dejando de tener el papel central que ocupaba en otro tiempo como vehículo casi exclusivo de transmisión de información y difusión cultural.
A la variedad de textos y soportes hay que añadir la heterogeneidad de los puntos de vista. Frente a la univocidad de la tradicional exégesis de los textos, el horizonte interpretativo del lector actual es mucho más abierto. Esto produce cierta desorientación en los lectores de hoy; pero, al mismo tiempo, puede suponer una mayor riqueza interpretativa.
En definitiva, que frente al pesimismo fatalista de algunas interpretaciones que no van más allá del “los jóvenes de hoy no leen”, hay que desarrollar la comprensión lectora entre los jóvenes, utilizando tanto textos clásicos como otros más cercanos y familiares para los jóvenes de hoy: hipertextos, SMS, internet, chats, gráficos, instrucciones, publicidad, dvds, cd-roms, etc. Junto a estos textos informativos, habrá que trabajar igualmente con textos literarios y creativos tanto clásicos como de literatura juvenil.
Junto con la ampliación del horizonte textual, habrá que perfeccionar la metodología, implicar al profesorado de todas las materias en la tarea y disponer de una biblioteca escolar bien dotada, con variedad de ejemplares en cuanto a formatos y contenidos, con conexión a internet y con personal capacitado para gestionar y asesorar a alumnado y profesores.
Antonio: ¿Qué opinas del nivel de preparación del profesorado de la secundaria? ¿Crees que hay alguna correlación entre el grado de preparación y la edad?
JARD: Pienso que, aunque el nivel académico del profesorado parece, en general, adecuado, tiene algunas carencias y defectos que paso a analizar a continuación:
– En primer lugar, la formación del profesorado me parece excesivamente teórica. Debería dedicarse más atención y tiempo a una formación práctica de calidad, realizada en un centro educativo bien gestionado y tutorada por un profesor con experiencia y reconocido prestigio.
– En segundo lugar, esta preparación resulta muy especializada. Sin negar la importancia del profesor-especialista, pienso que el profesor debe adquirir una formación amplia que supere las fronteras de su especialidad y que le permita, no sólo cumplir con el objetivo de proporcionar al alumnado una formación integral, sino posibilitar el trabajo interdisciplinar y, en general, adaptarse a la cambiante y variada realidad educativa actual.
– Esta formación complementaria debe ir dirigida preferentemente hacia el dominio de las TIC y de, al menos, un idioma extranjero.
Además de la preparación académica, el profesorado debe recibir información en aspectos psicopedagógicos, legislativos, organizativos y del funcionamiento de los centros educativos.
Respecto a la segunda pregunta. Creo que no existe una correlación especial. La formación inicial del profesorado sigue siendo fundamentalmente la misma en los últimos cuarenta años. Pienso que la Universidad española, responsable de esta preparación, ha cambiado muy poco desde los años en que la gente de mi generación estuvimos en ella.
Sin negar la importancia de la preparación, estoy convencido de que los problemas que tienen planteados actualmente los docentes y, en consecuencia, el sistema educativo, no dependen tanto de su formación, sino de su actitud.
No estoy seguro de que la actitud sea algo que se pueda enseñar o aprender. La actitud es una postura que se muestra a través de la acción, que se adquiere a partir del testimonio observado y de la experiencia personal, y que se basa en principios ideológicos y compromisos éticos. En este aspecto, el profesorado sí que ha cambiado profundamente y se observan importantes diferencias dependiendo de su edad.
Los profesores de 45 a 60 años, por diversas razones que no entraremos a analizar ahora, tras un periodo de ilusión, confianza y compromiso activo con los objetivos del sistema educativo, han pasado a una etapa en la que una parte importante de ellos se encuentran desanimados y desilusionados, esperando impacientes la fecha de la jubilación anticipada.
Aún cuando esta situación resulta preocupante al tratarse de un colectivo numeroso, lo realmente grave es la actitud acomodaticia, adocenada y poco emprendedora de muchos de los profesores jóvenes que se incorporan a los centros. La creciente autonomía de los centros educativos y el dinamismo e ilusión que se le supone a los más jóvenes debería inducir a esperar una situación muy diferente; pero, por razones que desconozco, lo cierto es que el cambio generacional entre el profesorado no está incorporando a los centros la renovación y dinamismo que necesita el sistema educativo.
Antonio: ¿Qué diferencias notas entre las aulas en las que tú estudiaste y las actuales?
JARD: Noto diferencias notables:
– Los alumnos de aquellas aulas estaban motivados; se sentían privilegiados por tener la oportunidad de estudiar y, de esa manera, mantener su posición en la sociedad o promocionarse socio-económicamente. La generalización de la enseñanza obligatoria ha llevado a las aulas actuales a alumnos que no quieren estudiar. La democratización de la enseñanza supone un avance social que, bajo mi punto de vista, es irrenunciable; pero resulta urgente adaptar los métodos y contenidos educativos a las necesidades e intereses de los alumnos de hoy, muy diferentes entre sí frente a la homegeneidad de los de antes.
– En segundo lugar, en aquellas aulas todos (padres profesores, alumnos) tenían claro su papel y reconocían el papel de los otros. El profesor era respetado y, por regla general, se hacía respetar.
– El código de valores dominante en aquella sociedad no se discutía, era una referencia segura. En esas circunstancias el mensaje educativo era transmitido por los profesores con relativa facilidad y era recibido y aceptado por alumnos y padres sin cuestionarse. Se trataba de una comunicación unidireccional, de arriba a abajo. Hoy encontramos en la aulas a alumnos desorientados que reciben mensajes, muchas veces contradictorios, desde direcciones muy diversas. En estas condiciones, comunicarse en el aula resulta complicado.
Antonio: ¿En qué crees fundamentalmente que se equivocan las administraciones educativas?
JARD: No estoy de acuerdo con la formulación de la pregunta, pues incluye implícitamente la respuesta. Refleja bien la inclinación del profesorado a descargar sus responsabilidades sobre la administración, los alumnos, los padres o la sociedad. Me resisto a culpar a la administración de todos los males. En muchos aspectos, la administración pone al servicio de los centro recursos de todo tipo que no son siempre bien aprovechados por el profesorado.
Dicho esto, creo que la administración tiene que afrontar algunos importantes y retos, que están íntimamente relacionados:
– Por una parte, debe afrontar la reducción de la ratio. Se ha avanzado bastante con los desdobles en algunas asignaturas, pero se debe generalizar a todas las materias.
– En segundo lugar, debe destinar más recursos económico a la educación hasta alcanzar la media de los países europeos.
– En tercer lugar es importante detectar y subsanar los problemas de aprendizaje cuando se producen. El nacimiento de muchos de estos problemas se sitúa en la etapa de primaria, aunque se manifiesten de forma violenta y, muchas veces, sin posibilidad de ser solucionados, en secundaria.
Antonio: ¿Qué te gustaría que ocurriera en política educativa a corto plazo?
JARD: Me gustaría que se solucionaran todos los problemas que he apuntado y, sobre todo, me gustaría que el profesorado recuperara la ilusión y confiara en el sistema educativo como transformador de los individuaos e igualador de las desigualdades sociales.
JADR
Edad: 59
Tiempo de servicios: 32 años
Asignatura: Lengua
Antonio: Quienes escriben sobre el informe Pisa son, por lo general, políticos a la defensiva y licenciados que extrapolan sus vivencias escolares a la generalidad de los niños de su época. Por ejemplo, cuando Muñoz Molina habla (Babelia, 15.12.07) de la afición a la lectura que le supieron despertar sus maestros, ¿crees que sus reflexiones son extraporables a la mayoría de los niños españoles nacidos en 1956? Esto debería/podría estar medido, pero, puestos a opinar, ¿leen más españoles de 51 (como Muñoz Molina), de 61, de 41, de 31, de 21? ¿Cuál es tu percepción de los hechos?
JARD: Estoy de acuerdo con el enunciado de la pregunta en el sentido de que en educación y, más concretamente en lo que se refiere a la lectura, se tiende a proyectar sobre la situación actual una visión romántica y acrítica basada en experiencias personales del pasado. En contra de algunas de estas opiniones, pienso que hoy en día se lee bastante, yo diría que más que antes. Lo que ocurre es que la lectura de ahora se hace sobre códigos y soportes muy variados y muy distintos de los empleados en otras épocas. El libro está dejando de tener el papel central que ocupaba en otro tiempo como vehículo casi exclusivo de transmisión de información y difusión cultural.
A la variedad de textos y soportes hay que añadir la heterogeneidad de los puntos de vista. Frente a la univocidad de la tradicional exégesis de los textos, el horizonte interpretativo del lector actual es mucho más abierto. Esto produce cierta desorientación en los lectores de hoy; pero, al mismo tiempo, puede suponer una mayor riqueza interpretativa.
En definitiva, que frente al pesimismo fatalista de algunas interpretaciones que no van más allá del “los jóvenes de hoy no leen”, hay que desarrollar la comprensión lectora entre los jóvenes, utilizando tanto textos clásicos como otros más cercanos y familiares para los jóvenes de hoy: hipertextos, SMS, internet, chats, gráficos, instrucciones, publicidad, dvds, cd-roms, etc. Junto a estos textos informativos, habrá que trabajar igualmente con textos literarios y creativos tanto clásicos como de literatura juvenil.
Junto con la ampliación del horizonte textual, habrá que perfeccionar la metodología, implicar al profesorado de todas las materias en la tarea y disponer de una biblioteca escolar bien dotada, con variedad de ejemplares en cuanto a formatos y contenidos, con conexión a internet y con personal capacitado para gestionar y asesorar a alumnado y profesores.
Antonio: ¿Qué opinas del nivel de preparación del profesorado de la secundaria? ¿Crees que hay alguna correlación entre el grado de preparación y la edad?
JARD: Pienso que, aunque el nivel académico del profesorado parece, en general, adecuado, tiene algunas carencias y defectos que paso a analizar a continuación:
– En primer lugar, la formación del profesorado me parece excesivamente teórica. Debería dedicarse más atención y tiempo a una formación práctica de calidad, realizada en un centro educativo bien gestionado y tutorada por un profesor con experiencia y reconocido prestigio.
– En segundo lugar, esta preparación resulta muy especializada. Sin negar la importancia del profesor-especialista, pienso que el profesor debe adquirir una formación amplia que supere las fronteras de su especialidad y que le permita, no sólo cumplir con el objetivo de proporcionar al alumnado una formación integral, sino posibilitar el trabajo interdisciplinar y, en general, adaptarse a la cambiante y variada realidad educativa actual.
– Esta formación complementaria debe ir dirigida preferentemente hacia el dominio de las TIC y de, al menos, un idioma extranjero.
Además de la preparación académica, el profesorado debe recibir información en aspectos psicopedagógicos, legislativos, organizativos y del funcionamiento de los centros educativos.
Respecto a la segunda pregunta. Creo que no existe una correlación especial. La formación inicial del profesorado sigue siendo fundamentalmente la misma en los últimos cuarenta años. Pienso que la Universidad española, responsable de esta preparación, ha cambiado muy poco desde los años en que la gente de mi generación estuvimos en ella.
Sin negar la importancia de la preparación, estoy convencido de que los problemas que tienen planteados actualmente los docentes y, en consecuencia, el sistema educativo, no dependen tanto de su formación, sino de su actitud.
No estoy seguro de que la actitud sea algo que se pueda enseñar o aprender. La actitud es una postura que se muestra a través de la acción, que se adquiere a partir del testimonio observado y de la experiencia personal, y que se basa en principios ideológicos y compromisos éticos. En este aspecto, el profesorado sí que ha cambiado profundamente y se observan importantes diferencias dependiendo de su edad.
Los profesores de 45 a 60 años, por diversas razones que no entraremos a analizar ahora, tras un periodo de ilusión, confianza y compromiso activo con los objetivos del sistema educativo, han pasado a una etapa en la que una parte importante de ellos se encuentran desanimados y desilusionados, esperando impacientes la fecha de la jubilación anticipada.
Aún cuando esta situación resulta preocupante al tratarse de un colectivo numeroso, lo realmente grave es la actitud acomodaticia, adocenada y poco emprendedora de muchos de los profesores jóvenes que se incorporan a los centros. La creciente autonomía de los centros educativos y el dinamismo e ilusión que se le supone a los más jóvenes debería inducir a esperar una situación muy diferente; pero, por razones que desconozco, lo cierto es que el cambio generacional entre el profesorado no está incorporando a los centros la renovación y dinamismo que necesita el sistema educativo.
Antonio: ¿Qué diferencias notas entre las aulas en las que tú estudiaste y las actuales?
JARD: Noto diferencias notables:
– Los alumnos de aquellas aulas estaban motivados; se sentían privilegiados por tener la oportunidad de estudiar y, de esa manera, mantener su posición en la sociedad o promocionarse socio-económicamente. La generalización de la enseñanza obligatoria ha llevado a las aulas actuales a alumnos que no quieren estudiar. La democratización de la enseñanza supone un avance social que, bajo mi punto de vista, es irrenunciable; pero resulta urgente adaptar los métodos y contenidos educativos a las necesidades e intereses de los alumnos de hoy, muy diferentes entre sí frente a la homegeneidad de los de antes.
– En segundo lugar, en aquellas aulas todos (padres profesores, alumnos) tenían claro su papel y reconocían el papel de los otros. El profesor era respetado y, por regla general, se hacía respetar.
– El código de valores dominante en aquella sociedad no se discutía, era una referencia segura. En esas circunstancias el mensaje educativo era transmitido por los profesores con relativa facilidad y era recibido y aceptado por alumnos y padres sin cuestionarse. Se trataba de una comunicación unidireccional, de arriba a abajo. Hoy encontramos en la aulas a alumnos desorientados que reciben mensajes, muchas veces contradictorios, desde direcciones muy diversas. En estas condiciones, comunicarse en el aula resulta complicado.
Antonio: ¿En qué crees fundamentalmente que se equivocan las administraciones educativas?
JARD: No estoy de acuerdo con la formulación de la pregunta, pues incluye implícitamente la respuesta. Refleja bien la inclinación del profesorado a descargar sus responsabilidades sobre la administración, los alumnos, los padres o la sociedad. Me resisto a culpar a la administración de todos los males. En muchos aspectos, la administración pone al servicio de los centro recursos de todo tipo que no son siempre bien aprovechados por el profesorado.
Dicho esto, creo que la administración tiene que afrontar algunos importantes y retos, que están íntimamente relacionados:
– Por una parte, debe afrontar la reducción de la ratio. Se ha avanzado bastante con los desdobles en algunas asignaturas, pero se debe generalizar a todas las materias.
– En segundo lugar, debe destinar más recursos económico a la educación hasta alcanzar la media de los países europeos.
– En tercer lugar es importante detectar y subsanar los problemas de aprendizaje cuando se producen. El nacimiento de muchos de estos problemas se sitúa en la etapa de primaria, aunque se manifiesten de forma violenta y, muchas veces, sin posibilidad de ser solucionados, en secundaria.
Antonio: ¿Qué te gustaría que ocurriera en política educativa a corto plazo?
JARD: Me gustaría que se solucionaran todos los problemas que he apuntado y, sobre todo, me gustaría que el profesorado recuperara la ilusión y confiara en el sistema educativo como transformador de los individuaos e igualador de las desigualdades sociales.
2 comentarios:
Buenas tardes,
Provengo del blog de Ana Pastor, estaba leyéndolo y hace una referencia al presente.
En principio me ha parecido encantador, por lo musical; y diverso e inteligente en cuanto al resto.
Me ha llamado la atención el tema de la enseñanza.
Soy una madre de tres hijos, cada uno diferente aunque todos educados por mí, con lo positivo y negativo que pueda este aspecto tener.
Fuí madre muy joven , en tercero de carrera, con 20 años, y mis hijos se llevan entre sí bastantes años. En definitiva, no he parado aún de tener niños.
Sobre la enseñanza, desconozco la motivación-desmotivación del profesorado.
Sobre alumnos y contenidos, sí que sé algo sobre mi educación y la de mis hijos.
Observo más diferencias en cuanto a mi educación y la de mi hija mayor que la que están teniendo mis hijos medianos y la menor.
Tanto a mí como a mi hija mayor nos tocó el BUP, aunque a élla no en el último año.
Los otros dos siguen el sistema de enseñanza después del BUP.
Creo , a mi modesto entender, que el principal problema está en la folosofía educativa del nuevo sistema- falta de disciplina y exigencia- y el entorno social y familiar de los nuevos alumnos- niños mimados y que otienen todo lo deseado y rápido-.
El profesor no debe sustituir a los padres, que deben exigir; los padres deben apoyar "siempre" al profesor, quien también de ha exigir; y los actuales contenidos deben ser barridos y sustituídos por otros más completos y complejos que hagan que el alumno se tenga que esforzar y superarse mentalmente.
La ensenanza obligatoria no debería ser tan larga y sí más completa , para que se acceda a la educación profesional para aquéllos que no tienen interés o aptitudes para estudios superiores.
En fín, perdón por todo lo que he escrito, pero es un tema muy preocupante.
Gracias por tu (permíteme el tuteo) visita y tus amables comentarios. Me parece que tienes mucha razón en lo que dices. En el fondo se aprecia que el estado del bienestar es muy poco educativo. Eso, unido al abandono que sufren muchos niños(en el hogar frente a la televisión, la play, el ordenador)desde primeras horas de la mañana pues da como resultado estas cosas lamentables.
Publicar un comentario