sábado, 4 de julio de 2009

Sonidos de las Américas

[2 de julio de 2009. Festival de la Guitarra de Córdoba. Carlos Guastavino, Las Presencias n. 6 “Jeromita Linares”. Miguel del Águila, Boliviana. Michael Daugherty, Bay of Pigs. Gabriela Lena Frank, Inca Dances. Astor Piazzolla, Tango sensations, Milonga del Ángel, Muerte del Ángel. Manuel Barrueco, guitarra. Cuarteto Latinoamericano. Sala Orive. 21:30 horas. Lleno.]

Magnífico concierto el que abrió el jueves la sección “Los clásicos” del Festival de la Guitarra de Córdoba. Lo fue no sólo por la absoluta genialidad interpretativa de su principal protagonista, el guitarrista cubano Manuel Barrueco, sino también por otros muchos atractivos del evento, tres de los cuales paso a comentar.
Siguiendo con el aspecto interpretativo, hay que destacar la maestría y versatilidad estilística del Cuarteto Latinoamericano. Cada uno de los miembros de esta veterana formación mejicana (los tres hermanos Bitrán y el violista Javier Montiel) aprovecharon individualmente las numerosas oportunidades que el repertorio les daba para exhibir sus extraordinarias dotes musicales, pero deleitaron sobre todo con lo que más seduce de los buenos cuartetos: la conjunción, la creación de un instrumento nuevo y más rico hecho de la suma de cuatro. A pesar del ruidito que hacía el aire acondicionado, la acústica de la Sala Orive (¡bienvenida a la vida musical cordobesa!) prestó su encanto a la sonoridad del quinteto, y fue sin duda otro aspecto que contribuyó a la magia de la velada. Es tan noble y ha sido restaurada con tanto acierto que habría que cuidar más la escenografía de cada evento (no quedaban bien, por ejemplo, los carteles del festival tras el escenario) para no restarle belleza.
El tercer aspecto que destacaré es quizás el principal: la música. Es difícil imaginar un programa más acertado: atractivo, con enjundia musical y lleno de obras de muy reciente composición. Empezando por estas últimas, me pareció especialmente brillante Boliviana del compositor uruguayo Miguel del Águila (1957), escrita expresamente para la formación y estrenada en abril de este mismo año. Sus tres tiempos (Volviendo a casa bajo la lluvia, Perdí mi camino en la oscuridad, Y el sol salió), aún siendo de muy moderno lenguaje, se escuchan con el mismo ingenuo placer con el que disfrutamos las descripciones de la naturaleza y sus efectos en las célebres Estaciones de Vivaldi. Y lo mismo, aunque en algo menor grado, podría decirse de las otras dos obras más actuales, firmadas por los estadounidenses Michael Daugherty (1954) y Gabriela Lena Frank (1972).
El resto del programa dio protagonismo a la música argentina: una obrita deliciosa de Carlos Guastavino (1912-2000) y tres (cuatro, contando el vibrante Libertango de la propina) de Astor Piazzolla (1921-1992). Guastavino escribió nueve retratos de personajes imaginarios que tituló Presencias. Siete son para piano, una para violín y piano y otra (la número 6, “Jeromita Linares”, con que empezó dulcemente la velada) para cuarteto de cuerda y guitarra. Piazzolla sonó en arreglos del bandoneísta César Olguín y del propio protagonista de la noche, Manuel Barrueco, que quiso mostrar su talento como suelen hacerlo los más grandes: mezclándolo sin alardes con el de sus amigos y poniéndolo al servicio del arte.



Antonio Torralba


[Publicado hoy en El Día de Córdoba]

2 comentarios:

Extractos... dijo...

bueno...ya que entro a "seguirte" te dejo mis saludos

Antonio Torralba dijo...

Saludos. ¡Y muchas gracias por tu visita!