Glosas sobre "Qu'es de ti desconsolado" de Juan del Encina.
CINCO SIGLOS
Grabación en vivo. Diciembre de 2009
Glosas sobre "Pedro y bien te quiero" de Juan del Encina.
CINCO SIGLOS
Grabación en vivo. Diciembre de 2009
¡FELIZ 2010!
[19 de diciembre de 2009. Conciertos Extraordinarios de Navidad II. Ludwig van Beethoven, Concierto para piano y orquesta n. 3, Op. 37 en do menor; Concierto para piano y orquesta n. 5, Op. 73 en mi bemol mayor. Javier Perianes, piano. Orquesta de Córdoba. Manuel Hernández-Silva, dirección. 20:30 horas. Lleno]
Los intérpretes, aun con pequeñas incidencias en las que sería mezquino detenerse, estuvieron más que a la altura de la grandeza de la música y culminaron con solvencia y momentos de intensa emoción la proeza que en nuestro tiempo supone abordar en dos días las cinco obras maestras para piano y orquesta de Beethoven. Emociona constatar cómo el arte se beneficia a menudo de los retos, de las dificultades, de los esfuerzos que parecen sobrehumanos.
Beethoven compuso el concierto en do menor en 1800 y volvió varías veces sobre él en los tres años siguientes. El día del estreno (5 de abril de 1803) todavía estaba revisando fragmentos de la parte solista. En la velada se interpretarían además
El impresionante “Gran Concierto” en mi bemol mayor fue compuesto por un hombre que sufría dificultades más hondas, mucho más profundas que las premuras o los imprevistos. La pérdida progresiva por enfermedad del sentido con que trabaja un músico (“si yo perteneciera a cualquier otra profesión esto sería más fácil, pero en la mía es algo aterrador”) fue convirtiéndose en un obstáculo demasiado doloroso (“…por supuesto que estoy resuelto a elevarme por sobre cualquier obstáculo, pero cómo será esto posible”) contra el que tuvo que seguir luchando muchos años para hacer con su música lo más noble que un ser humano puede hacer: contribuir a la felicidad de los demás.
Antonio Torralba
[18 de diciembre de 2009. Conciertos Extraordinarios de Navidad I. Ludwig van Beethoven, Concierto para piano y orquesta n. 1, Op. 15 en do mayor; Concierto para piano y orquesta n. 2, Op. 19 en si bemol mayor; Concierto para piano y orquesta n. 4, Op. 58 en sol mayor. Javier Perianes, piano. Orquesta de Córdoba. Manuel Hernández-Silva, dirección. 20:30 horas. Lleno]
Una extraordinaria lección de música, a cargo de Beethoven, Perianes, Hernández-Silva y
En la primera de las dos sesiones de que consta (la segunda es hoy mismo) pudimos degustar los dos primeros y el cuarto de los cinco conciertos para piano que integran la aportación genial de Beethoven a la forma. Escucharlos juntos en una sola velada subraya el asombro que la evolución del lenguaje musical del genio de Bonn experimenta en tan solo unos años: el paso de la estética clásica (modelada por las influencias de Haydn y Mozart) a la romántica, resultado de su sorprendente evolución expresiva. Formalmente, nos parece estar ante los mismos esquemas: un primer movimiento rápido modelado sobre esa especie de novela con sonidos que conocemos como “forma-sonata”, un segundo tiempo de efusión lírica y un alegre rondó final. Pero mientras en los dos primeros conciertos el diálogo entre el solista y la orquesta está guiado por el educado protocolo, por la galantería de las buenas formas, el cuarto es otra cosa. El encanto es suplantado por la pasión, por la fantasía que desborda a cada paso los antiguos moldes. La relación entre el piano y la orquesta (el singular comienzo sin el habitual tutti orquestal ya lo muestra) es más cercana, más libre, más romántica. Orfeo lucha con las furias, según el programa tradicionalmente atribuido al contrastante segundo movimiento.
También los intérpretes nos dieron una lección de técnica al servicio de la expresividad. Perianes es un pianista que parece reunir todas las cualidades imaginables: sonido, claridad, virtuosismo, empatía con los músicos y el público. Estuvo brillante. Él sobre todo, pero también nuestra orquesta y su director, lograron dejarnos con ganas de escuchar los dos conciertos restantes. A poco que su realización de hoy se aproxime a la excelencia de la que comento, el gesto valiente de afrontar los cinco conciertos de Beethoven en un par de sesiones será también como decía una inolvidable lección de música. Y por parte de sus promotores una no menos encomiable lección de gestión cultural de altura.
[Publicado hoy en El Día de Córdoba]
En estos días se debate en los centros de enseñanza secundaria el documento que sobre su nueva organización propone
Un aspecto llamativo del mismo es la regulación de los departamentos didácticos, es decir, de los órganos colegiados que tradicionalmente han venido agrupando a los profesores de una misma materia.
El aspecto novedoso es que
Aunque mi especialidad no es la educación de adultos, creo intuir, por la nueva nomenclatura, el error de concepto que justifica esta modificación. Quienes gestionan la enseñanza han creído que se fomentan las competencias educativas (las famosas ocho capacidades que la enseñanza ha de promover en el alumnado) poniendo sus nombres a los departamentos. Es éste un tic relativamente habitual en la evolución reciente de la legislación educativa: confundir objetivos con contenidos. Si por ejemplo un objetivo de la materia Biología puede ser concienciar a los alumnos de la importancia del cuidado del medio ambiente, pues directamente cambio el nombre a la materia y la llamo Medio Ambiente. Si un objetivo de Latín es fomentar el conocimiento de la cultura clásica está claro que hay cambiarle el rótulo: Cultura Clásica en adelante.
Algunas asignaturas ya han nacido así con sus nombres-objetivo puestos: Educación para
¿Y qué han hecho con esas asignaturas que ya tradicionalmente (del siglo XVIII para acá) han tenido una presencia escasa en las enseñanzas generales? Pues las han considerado tan importantes que las han puesto juntas.
Los profesores especializados en María Magdalena, Maria de Betania y María Salomé se unen en un departamento con nombre de ateneo de provincias: el Departamento Cultural, Artístico y Deportivo. “Pertenecerá a este departamento el profesorado de las especialidades de dibujo, de música y de educación física”.
Desde él, como las santas mujeres, seremos testigos de una resurrección humanística y científica sin precedentes.
[3 de diciembre de 2009. Temporada de abono. Edward Elgar, Serenata para cuerdas en mi menor, Op. 20. Niccolò Paganini, Concierto para violín y orquesta nº 1 en Re mayor, Op. 6. Ludwig van Beethoven, Sinfonía n. 2 en re mayor, op. 36. Francisco Montalvo, violín. Orquesta de Córdoba. Adrian Leaper, dirección. 20:30 horas]
La variedad fue cronológica (de Beethoven a Elgar), formal (una serenata, un concierto y una sinfonía), de intención estética… y, por qué no decirlo, de calidad; en efecto, un abismo separa la verdad musical de Beethoven (que hace una obra para la Humanidad) de los malabarismos un tanto intrascendentes de Paganini, quien, en cierto modo, hace una obra para sí mismo. En un punto medio (más del lado de la emoción intemporal, por supuesto), la obrita de Edward Elgar.
Su Serenata para cuerdas en mi menor, que abrió la velada, es una pieza en tres breves movimientos escrita en marzo de 1892. Los tres (en especial, el segundo) son una maravilla: piezas de ésas que deleitan por igual a los públicos versados y a los que se acercan por primera vez a las músicas cultas. Es ésta una cualidad de buena parte de la música inglesa en todas las épocas y se fundamenta en gran medida en algo que destacaron sus observadores desde antiguo: la contenance angloise es una mezcla de elegancia y sencillez.
Frente a ella, y el contraste pareció jugar en su contra, los alardes de Paganini: su concepción circense del instrumento, su idea de la forma concierto como una carrera de obstáculos a cuya meta llega el intérprete a veces, pero casi nunca la música. Era la primera vez que escuchaba en directo a Francisco Montalvo y me hubiera gustado haber disfrutado su arte con otro repertorio en el que sus cualidades evidentes (belleza de sonido, fraseo expresivo…) hubieran brillado más; y que no hubiera puesto tan al límite su indiscutible virtuosismo. Tiempo (y oportunidades) habrá en el futuro de apreciarlo y de poderse unir sin reservas a la calurosa ovación que le brindó el público que llenaba el Gran Teatro.
En la segunda parte, que nos llevaba a los albores del siglo, el disfrute fue total. Leaper nos ofreció una lectura elegantísima de una obra maestra: la Sinfonía n. 2 de Beethoven. Y la Orquesta de Córdoba estuvo a la altura. De nuevo el segundo tiempo, un Larghetto como en la obra de Elgar, alcanzó a mi juicio el punto culminante de la noche. Y nos murmuró al oído el secreto del que toda la música habla.
Antonio Torralba
[6 de noviembre de 2009. Concierto de inauguración de la temporada de abono. Ludwig van Beethoven, Concierto para violín y orquesta op. 61 en re mayor. Johannes Brahms, Sinfonía nº 2, op. 73 en re mayor. Katrin Scholz, violín. Orquesta de Córdoba. David Giménez Carreras, dirección. 20:30 horas]
En re mayor, en efecto, quiso sonar la Orquesta de Córdoba en la inauguración de su temporada de abono 2009-2010. Es la “tonalidad de la gloria”, la del dorado, como la consideraba Scriabin, la de la celebración solemne…; y también la de muchos de los grandes conciertos para violín, como el monumental de Ludwig van Beethoven (1770-1827), que ocupó la primera parte de la velada en manos de la virtuosa alemana Katrin Scholz. Su interpretación y la de la orquesta, aunque no acabaron de cuajar del todo en ninguno de los tres movimientos, tuvieron bastantes momentos de belleza y emoción intensas que el público (algo menos de tres cuartos de entrada) agradeció aplaudiendo largamente.
Menos aplausos recibió (y también me pareció justo el juicio del respetable) la versión que David Giménez Carreras (el director invitado) y nuestra orquesta ofrecieron de la otra gran obra de la noche. En la Sinfonía n. 2 de Johannes Brahms (1833-1897) se oyeron acentuados algunos de los problemas de coordinación y afinación (no sólo de los vientos) que habían ensombrecido un poquito la primera parte. Y esta vez sí estuvieron a punto de arruinar el disfrute, de aguar el paseo por el campo del sur austriaco que algunos contemporáneos (buscando el paralelismo con la Pastoral de Beethoven) vieron en esta obra del verano de 1877.
Así las cosas, el bienintencionado pórtico de temporada en re mayor no lució del todo: cosas del arte, de la música, de lo humano. Cosas del directo. La temporada irá a mejor.
Una orquesta es algo vivo, que tiene días peores y mejores, que se crece con el entusiasmo, que a veces se aburre o enferma, que le duele aquí o allá. Porque es un organismo, una estructura en la que todos dependen de todos. Me viene a la mente una escena memorable de una película de Fellini, Prova d’orchestra. Dos músicos hablan de eso:
-El primer violín es el cerebro, la cabeza y el corazón de una orquesta.
[30 de septiembre de 2009. Concierto Inauguración Curso Universitario. E. Satie/C. Debussy, Gymnopédies. M. Ravel, Concierto para piano y orquesta en sol mayor. P. I. Chaikovski, Sinfonía n. 4 en fa menor op. 36. Alberto Nosè, piano. Orquesta de Córdoba. Irina R. Trujillo, dirección. Gran Teatro de Córdoba. 21:00 horas. Lleno.]
El que la presencia de la música en
Fue precisamente el creador del concepto "música de mobiliario", Erik Satie (1866-1925), el primero de los autores programados. La velada se abrió con las dos gymnopédies (de las tres originales para piano) que orquestara Claude Debussy (1862-1918) en 1896 para ayudar a popularizar la obra de su amigo.
Antonio Torralba
[17 de septiembre de 2009. Concierto de música de cámara. Leo Brouwer, La región más transparente; Diez bocetos; Elegías martianas; Paisaje cubano con ritual; Paisajes, retratos y mujeres; Paisaje cubano con magia; Los negros brujos se divierten. María José Llorens, María Amparo Trigueros, Ernesto López y José Carlos Hernández flautas. Sara Martínez Cebrián, María del Mar Sáez y Miriam Carcer, clarinetes. Fermín Galduff, trompa. Rafael Martínez, trombón. Cristina Llorens, percusión. Maite García Donet, arpa. Silvia Mkrtchyan y Carlos Apellániz, pianos. Javier Riba, guitarra. Yuri Petrossian, José Miguel Ballester, José Antonio Peñarroja y Anatoli Jitcov, violines. Jorge Hernández y Anatoli Jitcov, violas. Francisco Arjona y Álvaro Fernández, violonchelos. Bruno Reyes, contrabajo. Ciro Perelló, dirección. Gran Teatro de Córdoba. 21:00 horas. Media entrada.]
El segundo de los conciertos del ciclo dedicado a Leo Brouwer estuvo dedicado a su producción de cámara. Más de veinte músicos (casi todos amigos antiguos del homenajeado) se dieron cita en el Gran Teatro el pasado jueves para, en formaciones diversas, abordar siete interesantísimas obras. Dos de ellas (una en cada parte) eran estrenos absolutos compuestos este mismo año. La primera de las Elegías martianas para arpa y violín lleva por título una cita de dos versos de José Martí: “Tonos de orquesta y música sentida/ tiene mi voz, ¿qué céfiro ha pasado…” A diferencia de los otros dos dúos que sonaron en esta parte (una encantadora interpretación de La región más transparente para flauta y piano y el complejo Paisaje cubano con ritual para clarinete bajo y percusión), más cerebrales en cierto modo, el que se estrenaba se escucha como un emotivo y refinado ejercicio de romanticismo postmoderno. De las que sonaron en esta primera parte, falta citar dos obritas que también llevan título programático, constante de la producción camerística de Brouwer. Se trató de los números 3 y 6 de los Diez bocetos para piano dedicados a cubanos insignes. Supieron a poco en la soberbia interpretación de Carlos Apellániz, miembro del Brouwer Trío.
El estreno de la segunda parte fue una de las dos obras para grupo de cámara que dirigió con maestría Ciro Perelló. Paisaje cubano con magia (otro “paisaje cubano” que se suma a los muchos del autor) es una obra llena de energía y color, donde confluyen influencias muy siglo XX (Stravinsky y Béla Bartok) con el mundo de las evocaciones rítmicas de raíz afrocubana. Pueden ser planteamientos parecidos a los de la obra que puso punto final a la velada, Los negros brujos se divierten, composición trepidante de más fácil escucha donde brillaron especialmente los flautistas y el guitarrista Javier Riba. Este tuvo no obstante su momento magistral en otra obra cuyo título parece el credo de un músico esteta: el delicioso trío Paisajes, retratos y mujeres.
Antonio Torralba
[Publicado hoy en EL DÍA DE CÓRDOBA]
[16 de septiembre de 2009. Selección Brouwer para guitarra. Leo Brouwer, Suite n. 2; Pieza sin título n. 1; Fuga n. 1; El Decamerón negro; Elogio de la danza; La espiral eterna; Sonata; La ciudad de las columnas. Ricardo Gallén, guitarra. Gran Teatro de Córdoba. 21:00 horas. Un cuarto de entrada.]
El segundo aspecto que me llamó la atención fue que, siendo todas las piezas obras maestras de la guitarra, las más recientes (Sonata, de 1990, y La ciudad de las columnas, de 2004) parecieron las mejores, lo que demuestra que la evolución del compositor no se detuvo al ir cumpliendo años.
En la última de las citadas destaca especialmente la tercera cualidad sobre la que quisiera detenerme, el diálogo fértil entre estilos, tradiciones cultas y populares, vanguardias y retaguardias: un sano eclecticismo en pro del placer musical en que parecen fundamentarse todas y cada una de las obras que Gallén hizo sonar el miércoles. El músico linarense mostró una maestría sorprendente a través de una ligera y muy inteligentemente amplificada guitarra que llenó sin estridencias el Gran Teatro. Sus cualidades como intérprete son ideales para este repertorio, porque se parecen a las del autor: amplio abanico de recursos, conocimiento profundo de muchos estilos y altas dosis de autoexigencia.
Por eso viene a cuento la espiral del título, metáfora para la evolución muy del gusto de Brouwer. Una línea que crece, se expande y eleva partiendo de un punto que es la tradición. Y lo hace frecuentándola, girando alrededor. Parece significativo que la más moderna de las obras del recital constituya una expansión de una de las más antiguas. En efecto, La ciudad de las columnas (otra forma de decir
Antonio Torralba
[Publicado hoy en EL DÍA DE CÓRDOBA]
Grupo CINCO SIGLOS
Y recortando aquí y allá, como hacen los músicos, lo dejé reducido al trozo necesario para suplir la falta del fragmento original. Véase el resultado.
La polifonía profana tenía su sitio natural en la fiesta. Observemos esta escena ya de los finales del Renacimiento. Hay cuatro cantantes cada uno con su libro. Hay que saber que normalmente la polifonía se escribía no en partitura (todas las voces agrupadas en sistemas), sino con las partes por separado; es decir, había un libro con la parte de soprano (que en este caso quizás está siendo doblada por el rabel), otro con la parte de bajo (que quizás dobla el bajón), etc. ¿Y qué hace el laudista que ha dejado el estuche sobre una corneta curva en el suelo? Presumiblemente, y aprovechando el carácter homofónico de estas polifonías profanas, está haciendo acordes resumiendo todas las voces a partir del bajo. Por eso lee del mismo libro que el bajón. De esa costumbre irá surgiendo poco a poco la técnica que caracterizará toda la época siguiente: el bajo continuo.
El organum es la más primitiva forma de polifonía. Podemos imaginar los primeros emocionantes experimentos de canto a varias voces surgidos quizás de la casualidad: "... la armonía agradable de las voces cuando hombres, mujeres y niños creen cantar al unísono y ejecutan la octava y la doble octava..." como refirió Otger en el siglo IX.
Pues bien, escuchemos un organum del Codex Calixtinus. Es el famoso Congaudeant Catholici:
Congaudeant catholici, Que muestren alegría los católicos,
letentur cives celici que se alegren los ciudadanos del cielo
Clerus pulcris carminibus Que el clero hermosos cantos
studeat atque cantibus. e himnos entone.
die ista en este día
Hec est dies laudabilis, Este es un día digno de alabanza,
divina luce nobilis. ennoblecido con la divina luz.
Vincens herodis gladium, Venciendo a Herodes en la espada,
accepit vite bravium. ganó la gloria de la vida.
Qua iacobus palatia, El día que Santiago ascendió,
ascendit ad celestia. a los palacios celestiales.
Ergo carenti termino Por lo tanto bendigamos
benedicamus domino. al señor infinito
Magno patri familias Al supremo pater familias
solvamus laudis gratias. demos gracias con alabanzas.