Como saben los seguidores del blog, estamos publicando espaciadamente (pero pueden verse también seguidas clicando sobre la etiqueta "Sobre la enseñanza") y de forma dialogada las opiniones de veinte profesores de secundaria sobre la situación actual de esas enseñanzas en España. Ahora viene la quinta profesora. Aviso: no todos serán de música, ni todos serán tan jóvenes.
Aisel
Edad: 27
Tiempo de servicios: 2 años
Asignatura: Música
Antonio: Quienes escriben sobre el informe Pisa son, por lo general, políticos a la defensiva y licenciados que extrapolan sus vivencias escolares a la generalidad de los niños de su época. Por ejemplo, cuando Muñoz Molina habla (Babelia, 15.12.07) de la afición a la lectura que le supieron despertar sus maestros, ¿crees que sus reflexiones son extraporables a la mayoría de los niños españoles nacidos en 1956? Esto debería/podría estar medido, pero, puestos a opinar, ¿leen más españoles de 51 (como Muñoz Molina), de 61, de 41, de 31, de 21? ¿Cuál es tu percepción de los hechos?
Aisel: Respecto a las reflexiones de Muñoz Molina, sí que existe (digamos) una imagen pública de que los maestros de entonces se entregaban más a sus niños que los de hoy día. Yo no creo que sea así. Hay muchos casos de niños de esa época que han tenido profesores muy duros, muy poco cercanos. ¿O se nos olvida que se pegaba con regla?, que se castigaba con libros sobre los brazos en cruz en un rincón, y tantas otras cosas... En todas las épocas hay cosas buenas y cosas malas. En los dos años que llevo trabajando he visto desde compañeros que, efectivamente, pasan de los niños y les dedican sólo el tiempo necesario para poder cobrar su sueldo, hasta compañeros que se entregan en cuerpo y alma a su tarea, no sólo de enseñar su asignatura, sino de educar a sus alumnos, de proporcionarles una educación básica que les permita crecer equilibradamente, con cariño, con responsabilidad, y con unos conocimientos básicos para desenvolverse el día de mañana en la vida, tanto en horario de clase como fuera de él: recreos, tardes, etc. En cuanto a la lectura... Tengo que decir que veo más leer a gente de unos 50 años que a la gente joven. Los libros vienen siendo sustituidos por hobbies más fáciles, como la Play Station, por desgracia. Incluso el cine, que no creo que suponga mayor esfuerzo que el de ir a la sala y pagar para entrar, y sin embargo reporta una satisfacción enorme, incluso éste está siendo desbancado por los juegos de consola. Y esas aficiones tienen un sitio privilegiado en los más jóvenes, y desplazan a los libros.
Antonio: ¿Qué opinas del nivel de preparación del profesorado de la secundaria? ¿Crees que hay alguna correlación entre el grado de preparación y la edad?
Aisel: No creo que los profesores vayan mal preparados respecto a su asignatura, al contrario: con la oferta de másters, cursos de posgrado, cursillos intensivos y demás que hay hoy en día, y la competencia tan grande en los puestos de trabajo (sin mencionar la intención que existe ahora de dar un plus a los profesores con tantas horas de cursos), los profes se preparan a conciencia... Pero creo que fallan en preparación pedagógica, que es diferente. Lo único que se exige es el CAP, y todos sabemos lo que se suele aprender ahí... La mayoría de nosotros no hemos dado pedagogía antes, no nos hemos puesto en situación, no conocemos bien la realidad a la que vamos a enfrentarnos (sin tener en cuenta ya lo que ésta cambia dependiendo del centro en el que estemos...)... Vamos aprendiendo sobre la marcha, a base de errores, a base de probar soluciones nuevas, de pensar en casa cómo será mejor llevar a cabo esta o aquella unidad, qué actividad será más atrayente, si es mejor poner los exámenes fáciles o difíciles... Yo creo que más que venir enseñados, vamos probando y elaborando cada uno su camino según su capacidad de adaptación, de improvisación, su personalidad, su interés y su preparación en el propio desarrollo de las clases.
Antonio: ¿Qué diferencias notas entre las aulas en las que tú estudiaste y las actuales?
Aisel: Noto que la educación es diferente. A ninguno de nosotros se nos ocurría llamarle la atención a un profesor, responderle en un mal tono ni otras muchas cosas que hoy en día se ven. Pero no creo tampoco que haya que tomarlas de forma demasiado exagerada. Los cambios que notamos son los mismos que notaron nuestros padres respecto a nosotros. Para todos los jóvenes, los mayores están desfasados; para todos los mayores, los chavales han perdido los papeles. Siempre ha sido así, es ley de vida. Nos escandaliza lo que vivimos en las aulas porque al existir más libertad (que nosotros sí somos capaces de reconocer y valorar) lógicamente los límites se desplazan aún más, los márgenes del juego cambian. Pero está en nuestra mano hacerles comprender que tienen que aprender a estar en diferentes sitios, y de una manera adecuada a cada uno de ellos; pienso que es una obligación común de la familia, los profesores, el equipo de orientación, los jueces de menores, etc. Su educación, nos guste o no, es tarea de todos.
Aisel
Edad: 27
Tiempo de servicios: 2 años
Asignatura: Música
Antonio: Quienes escriben sobre el informe Pisa son, por lo general, políticos a la defensiva y licenciados que extrapolan sus vivencias escolares a la generalidad de los niños de su época. Por ejemplo, cuando Muñoz Molina habla (Babelia, 15.12.07) de la afición a la lectura que le supieron despertar sus maestros, ¿crees que sus reflexiones son extraporables a la mayoría de los niños españoles nacidos en 1956? Esto debería/podría estar medido, pero, puestos a opinar, ¿leen más españoles de 51 (como Muñoz Molina), de 61, de 41, de 31, de 21? ¿Cuál es tu percepción de los hechos?
Aisel: Respecto a las reflexiones de Muñoz Molina, sí que existe (digamos) una imagen pública de que los maestros de entonces se entregaban más a sus niños que los de hoy día. Yo no creo que sea así. Hay muchos casos de niños de esa época que han tenido profesores muy duros, muy poco cercanos. ¿O se nos olvida que se pegaba con regla?, que se castigaba con libros sobre los brazos en cruz en un rincón, y tantas otras cosas... En todas las épocas hay cosas buenas y cosas malas. En los dos años que llevo trabajando he visto desde compañeros que, efectivamente, pasan de los niños y les dedican sólo el tiempo necesario para poder cobrar su sueldo, hasta compañeros que se entregan en cuerpo y alma a su tarea, no sólo de enseñar su asignatura, sino de educar a sus alumnos, de proporcionarles una educación básica que les permita crecer equilibradamente, con cariño, con responsabilidad, y con unos conocimientos básicos para desenvolverse el día de mañana en la vida, tanto en horario de clase como fuera de él: recreos, tardes, etc. En cuanto a la lectura... Tengo que decir que veo más leer a gente de unos 50 años que a la gente joven. Los libros vienen siendo sustituidos por hobbies más fáciles, como la Play Station, por desgracia. Incluso el cine, que no creo que suponga mayor esfuerzo que el de ir a la sala y pagar para entrar, y sin embargo reporta una satisfacción enorme, incluso éste está siendo desbancado por los juegos de consola. Y esas aficiones tienen un sitio privilegiado en los más jóvenes, y desplazan a los libros.
Antonio: ¿Qué opinas del nivel de preparación del profesorado de la secundaria? ¿Crees que hay alguna correlación entre el grado de preparación y la edad?
Aisel: No creo que los profesores vayan mal preparados respecto a su asignatura, al contrario: con la oferta de másters, cursos de posgrado, cursillos intensivos y demás que hay hoy en día, y la competencia tan grande en los puestos de trabajo (sin mencionar la intención que existe ahora de dar un plus a los profesores con tantas horas de cursos), los profes se preparan a conciencia... Pero creo que fallan en preparación pedagógica, que es diferente. Lo único que se exige es el CAP, y todos sabemos lo que se suele aprender ahí... La mayoría de nosotros no hemos dado pedagogía antes, no nos hemos puesto en situación, no conocemos bien la realidad a la que vamos a enfrentarnos (sin tener en cuenta ya lo que ésta cambia dependiendo del centro en el que estemos...)... Vamos aprendiendo sobre la marcha, a base de errores, a base de probar soluciones nuevas, de pensar en casa cómo será mejor llevar a cabo esta o aquella unidad, qué actividad será más atrayente, si es mejor poner los exámenes fáciles o difíciles... Yo creo que más que venir enseñados, vamos probando y elaborando cada uno su camino según su capacidad de adaptación, de improvisación, su personalidad, su interés y su preparación en el propio desarrollo de las clases.
Antonio: ¿Qué diferencias notas entre las aulas en las que tú estudiaste y las actuales?
Aisel: Noto que la educación es diferente. A ninguno de nosotros se nos ocurría llamarle la atención a un profesor, responderle en un mal tono ni otras muchas cosas que hoy en día se ven. Pero no creo tampoco que haya que tomarlas de forma demasiado exagerada. Los cambios que notamos son los mismos que notaron nuestros padres respecto a nosotros. Para todos los jóvenes, los mayores están desfasados; para todos los mayores, los chavales han perdido los papeles. Siempre ha sido así, es ley de vida. Nos escandaliza lo que vivimos en las aulas porque al existir más libertad (que nosotros sí somos capaces de reconocer y valorar) lógicamente los límites se desplazan aún más, los márgenes del juego cambian. Pero está en nuestra mano hacerles comprender que tienen que aprender a estar en diferentes sitios, y de una manera adecuada a cada uno de ellos; pienso que es una obligación común de la familia, los profesores, el equipo de orientación, los jueces de menores, etc. Su educación, nos guste o no, es tarea de todos.
Antonio: ¿En qué crees fundamentalmente que se equivocan las administraciones educativas?
Aisel: Creo que hay cosas que no están bien hechas, que se piensan con frialdad, desde fuera de las aulas, y que así no se solucionan los problemas reales porque ni siquiera se están atacando de raíz. Muchas veces es más fácil poner un parche que arreglar el descosido, y eso acaba pasando factura. Las programaciones no se adecúan al número de horas de las asignaturas, el número de horas no corresponde a mi entender con la importancia de esa asignatura en el desarrollo del niño, las medidas disciplinarias recogidas por la ley no corrigen al niño, no lo ayudan, sino que lo apartan para que no moleste (aunque también es cierto que no se dispone de los medios necesarios en los centros para darles una atención adecuada); al profesor en problemas tampoco se le acaba de dar soluciones efectivas... Creo que en vez de implicarnos se busca calmar los ánimos, allanar el terreno enterrando los problemas... y eso no los evita, no los corrige ni impide que sigan apareciendo otros nuevos.
Antonio: ¿Qué te gustaría que ocurriera en política educativa a corto plazo?
Aisel: Me gustaría que repartieran mejor el número de horas de las asignaturas, que propusieran un equipo de orientación real, con posibilidades reales de ayudar a los niños, que los profesores cuenten con un respaldo firme, en el centro y por parte de las administraciones, en cuanto a los posibles problemas que se puedan encontrar y que la administración dé soluciones a los problemas que ya tenemos en clase.
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