sábado, 16 de abril de 2016

CERVANTES Y LA MÚSICA 39: "ALBOGUES SON"

CERVANTES Y LA MÚSICA 39
ALBOGUES SON

"—¿Qué son los albogues –preguntó Sancho—, que ni los he oído nombrar ni los he visto en toda mi vida?
—Albogues son –respondió don Quijote— unas chapas a modo de candeleros de azófar, que, dando una con otra por lo vacío y hueco hace un son, si no muy agradable ni armónico, no descontenta, y viene bien a la rusticidad de la gaita y del tamborín; y este nombre de albogues es morisco, como lo son todos aquellos que en nuestra lengua castellana comienzan en al, conviene a saber: almohaza, almorzar, alhombra, alguacil, alhucema, almacén, alcancía, y otros semejantes, que deben ser pocos más; y solos tres tiene nuestra lengua que son moriscos y acaban en i, y son: borceguí, zaquizamí y maravedí. Alhelí y alfaquí, tanto por el al primero como por el i en que acaban, son conocidos por arábigos. Esto te he dicho, de paso, por habérmelo reducido a la memoria la ocasión de haber nombrado albogues; y hanos de ayudar mucho al parecer en perfeción este ejercicio el ser yo algún tanto poeta, como tú sabes, y el serlo también en estremo el bachiller Sansón Carrasco."

(QUIJOTE, II, Cap. 67)

Parece que no tenemos aún muy claro qué eran exactamente los albogues, ni tampoco por qué don Quijote define como idiófono un instrumento que, casi con toda seguridad, fue de viento.

Javier Irigoyen-García ha aventurado una teoría al respecto de lo segundo, esto es, una razón del posible "despiste" o golpe de humor cervantino, razón que el citado investigador inserta dentro de su idea (defendida en varios trabajos) de que existe un deliberado empeño por parte de Cervantes de construir el "mundo pastoril español (...) sobre la negación histórica, cultural y genealógica de la España musulmana." Está en un trabajo ("“¡Qué si destas diferencias de música resuena la de los albogues!” Lo pastoril y lo morisco en Cervantes"") que puede encontrarse en la red.

Pepe Rey (en su valioso "Nominalia" -mírese en la página "Veterodoxia"-) ya había apuntado años antes que la errada asociación cervantina de albogues con chapas pudiera venir de un pasaje de Gil Polo: "con los albogues y chapas hazían en el aire delicadas mudanças” ("Diana enamorada", 1564). Y en el citado trabajo de Irigoyen-García puede verse otro ejemplo de unión de los albogues con las chapas: “No faltaba quien también tañesse chapas, albogues, bandurrias y churumbelas y otros instrumentos más placenteros que músicos” ("El pastor de Fílida" -1582- de Gálvez de Montalvo).

Pero las referencias literarias y documentales que apuntan a que se trataba de un aerófono son muy numerosas y concluyentes. Otra cosa es que podamos dilucidar cómo era ese aerófono exactamente: es sabido que, en la mente de cualquiera que no los toque, todos los instrumentos de viento vienen a ser flautas.

Pedro de Alcalá ("Vocabulista arábigo en lengua castellana", 1505), y creemos que esta referencia no está en los trabajos mencionados, recoge no sólo el nombre del instrumento (en singular), sino también los de su tañedor y tañedora; en castellano y con su traducción al árabe granadino:

"Albogue o flauta: Buq, abuaq
Alboguero: Baguaq, baguaquin
Alboguera: Baguaq, baguaquin"

Y Diego de Guadix, en su "Recopilación de algunos nombres arábigos..." (1593), escribe que albogue (cito por la edición de Mª Águeda Moreno para la UJA, un poco diferente de la de Bajo y Maíllo por la que cita Irigoyen): "llaman en España a 'un çierto género o suerte flauta que su silvo se ceva y sustenta del aire de una votilla o cuerezuelo hinchado que el que lo trae devajo del braço, tiene una fístula gruesa y larga que siempre -a un tono- lleva un vaxo, con el qual conçierta y acuerda los puntos de la otra flautilla, que el dicho tañedor tiene y trae en las manos'." Respecto a la etimología, dice: "Consta de AL, que, en arábigo, significa 'el', y de BUQ, que significa este dicho instrumento. Y corrompido dicen albogue. En menor corrupçión dixeran albuque."

Pero el comentario más curioso de Diego de Guadix (y en el que basa Irigoyen-García su hipótesis) es el siguiente: "A nos se a dado -en España- dar de mano a esta algarabía y llamar y nombrar a esta dicha flauta por nombre castellano, y la an baptizado por este nombre: gayta çamprana”. [Seguramente,"çamorana", como leen los otros editores.]

Por si éramos pocos parió la alboguera: a la gayta zamorana.

Y concluye Guadix: "En Italia llaman a esta dicha flauta piva y en otras partes de Italia la llaman abota crepi".

Volveremos pronto al albogue e intentaremos dilucidar si el albogue de la época de Cervantes iba por la gaita o por la alboka.

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